Sep. 2013. De dónde sale el sol y de qué se esconde...
Existe quien
camina bajo la lluvia, al igual que, caminantes que dan vueltas sin moverse de
un punto.
Hay quien camina
por la cuerda floja, así como aquell@s que caminan sobre sus sueños.
Nos encontramos
con caminantes que llegan antes de partir, de la misma manera que, caminantes
que no llegan a ninguna parte.
Y en los
intrincados caminos, surge quien camina entre virtuos@ y caminantes virtuales, así
como quienes se bifurcan en los caminos.
En este grupo, he
conocido caminantes cualitativos y otr@s cuantitativos, aunque, recuerdo también,
a aquell@s caminantes que nunca regresaron, porque tampoco partieron.
Ahora que lo
menciono, también he conocido caminantes de un solo camino, y caminantes que
siempre están pensando en regresar.
Yo fui caminante
que camino toda la vida, aunque me he cuidado de no ser de aquell@s que se
cierran todas las puertas, si de quienes hacen camino al andar.
Pensándolo bien,
me considero de esas caminantes que algún día, morirá en el camino.
Y si me
preguntaras, te diría que hay caminantes de la noche y del dolor, lo mismo que otr@s
caminantes, que solo les interesa el camino, así como caminantes sedentarios y
caminantes que siempre toman el camino contrario.
Igual he conocido
caminantes que recorren caminos que no existen, son personas que llevan en sus
pies el horizonte.
Hay caminantes
obligad@s a caminar todas las veredas y caminantes que no caminan, así como caminantes
desolados porque no hay caminos.
Surgen de entre
mi memoria, caminantes perdid@s y otr@s
que se pierden, así como aquell@s caminantes del patio de sus celdas.
¿Cuánto falta
para llegar al cementerio?
Quiso saber el
muerto.
¿Por qué
preguntas?
Respondió quien
cargaba el ataúd.
El cansancio me está
matando, exclamo el muerto.
¿Cansando de qué?
De la vida, pues
no termino de irme.
¡Ay! , pues tendrías
que estar fallecido, siete puñaladas no hay cuerpo que las aguante.
Pues ya ves, no
termina de escapárseme la vida.
¡No!, pasa que
eres ahora un alma en pena y confundes las cosas.
Dicen que la
muerte es el descanso eterno y no siento más que tristeza y un enorme
cansancio.
¡Ay! Muérete ya, por
favor.
Está bien, no se
hable más, me muero, sólo que antes de irme, dime una cosa: Siete puñaladas,
son muchas puñaladas, ¿por qué me diste siete, si con una bastaba?
Pena y tristeza
no son la misma cosa, se parecen, pueden parecerse, incluso puede llegar una después
de la otra, aunque no, no son lo mismo.
Tener pena, no es
igual que estar triste, cuando tienes una amiga con una pena que la ahoga, puedes sentir esa expiación.
La pena duele, la
tristeza no, preocupa, altera, inquieta, te mueve a intentar animar, aunque no
duele.
Cuando alguien
cercan@ está apenad@, de verdad no se puede hacer nada.
Le ves nadar
contra la oleada de pena, intentar mantenerse a flote con un esfuerzo
sobrehumano tanto físico como anímico, que literalmente le deja agotad@.
Bracea, patalea,
intenta que las olas no le ahoguen…y se agota.
Cuando no puede
más, se deja hundir, se rinde…y es en ese momento, el único en que se puede
hacer algo, tirarte al agua o meter el brazo, agarrarle y hacer que salga a la
superficie. Sostenerle a flote en lo que recupera fuerzas para seguir luchando
contra su pena, en esa pena que le duele por dentro y le agarrota.
La tristeza viene
después.
Tras mucho nadar
contra la pena, tras luchar contra las olas, el rastro que deja esa batalla es
la tristeza.
Ese alguien
apenado consigue subirse a una balsa de madera que ha construido poco a poco y
se tumba a descansar.
Ya no tiene que
nadar contra la corriente, ya no hay olas que lo tumben y le ahoguen.
Está a salvo.
Ya no va a
hundirse aunque no tiene ganas de remar.
Ahora es un mar pacífico
y gris que se pierde en la distancia.
En esta etapa de
la pena, puedes subirte a su barca, acompañar en la tristeza y por algunos momentos
se olvidará de la tristeza.
Con la pena no pasa eso.
La pena no se
distrae, no se olvida, aunque lo intentes.
Se irá cuando
ella quiera y mientras tanto estará ahí.
Si la dejas, si
no luchas o si te dejas, te invade, te llena por completo, te ahoga y crees que
no puedes más, que vas a morirte.
Aunque entonces
llega el llanto.
La pena verdadera
duele tanto que no permite llorar.
Cuando aparece el
llanto es el último recurso porque ya no puedes más, lloras hasta agotarte,
lloras para vaciarte, lloras para que esa pena salga por algún sitio, para que
esa angustia que no te deja casi ni respirar salga de ti.
Lloras desconsoladamente.
Y ahí, justo en
ese momento...aunque no lo sabes... has dado un paso para dejarla atrás.
La tristeza tiene
un horizonte, la pena no.
La tristeza puede
llegar sin motivo...aletea y se va, la pena siempre tiene una causa.
De la tristeza se
puede hablar, de la pena no.
Con la tristeza
se hacen canciones…con la pena no.
Con la tristeza
hay que hablar, con la pena hay que estar.
La tristeza puede
ser dulce y cálida, la pena no.
La pena es
amarga, la tristeza te hace sentir frio y querer un sofá y un cobertor para
cobijarte, la pena da miedo y quieres un cobertor, sólo que para esconderte.
Para saber lo que
está pasando alguien con una oleada de pena, hay que haberlo pasado antes. Hay
que haberse ahogado en pena, braceado contra la corriente, sentirse morir y
luego treparse a la balsa y dormir en la tristeza.
Sólo cuando has
pasado todo eso, desarrollas la empatía suficiente para decir...Sé lo que estás
sintiendo, sé lo que duele y que también, nada de lo que te diga va a servir…sólo
que confía en mi…al final se atraviesa.
Busco las llaves,
busco la tranquilidad, busco la cartera, busco mi teléfono, lo deje por aquí,
busco una melodía que olvide.
Sigo buscando el
amor, busco saber, busco a un amigo, lo he perdido, busco algo que no sé qué
es, me busco a mí misma, te busco, me
estoy buscando la ruina, busco la felicidad intensamente.
Busco mi pick up,
lo deje en algún parking, busco a mi padre todas las tardes, busco a mi perra
chihuahua, no busco nada.
En ocasiones,
busco música como vampira sedienta de sangre, también, busco una palabra que me
calme, busco un verso que me impaciente, busco no condicionarme al decir algo,
aunque, a veces, llego a decir disparates.
Busco no sentir
miedo, sentirme en paz y la maldita forma de conciliar el sueño.
Desde Tijuana BC,
mi rincón existencial, lugar donde descubro que en el fondo de tus ojos hay un
paisaje de barcos fantasmas que navegan en un mar de dudas.
Andrea Guadalupe.
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