domingo, agosto 12

Creo en la magia.

Tijuana BC agosto de 2007.              Creo en la magia.

 

 

Mientras preparo los alimentos de lo que será nuestra comida- cena, mi hijo se recuesta en el sofá cama, entretenido con la tv,  atento, divertido, soltando de pronto algún comentario por las ocurrencias de los personajes de su serie favorita, Los Simpson, si la familia amarilla con sus irreverencias, ironías y humor acido.

Aun cuando no lo confié abiertamente, se que admira y se identifica con Bart Simpson, y se burla de Homero.

Después de esa serie, y del mismo creador, sigue Futurama, para esos momentos, la mesa esta servida, podemos comer y comentar las ocurrencias de las caricaturas.

Aquí mi hijo adora a Bender, robot presentado con características muy humanas, un perfecto malandrín simpático. 

En lo personal, yo tiendo a admirar a Lila, mujer cíclope, de quien me enternecen sus desaventuras, y hacen sonreír sus actitudes ante las situaciones que enfrenta.

Es en estos momentos cuando el nuestro, un mundo paralelo, donde lo mundano y lo maravilloso, coexisten.

Donde las emociones se presentan libremente, y los espejos reflejan los anhelos más profundos.

Y fue en medio de nuestras pláticas de héroes y malandros, de valientes que luchan por sus ideales y de cobardes que insisten en continuar por comodidad con el orden establecido.

En esta realidad atrapada en la sacudida cotidiana de la calamidad, en la batalla definida por la esperanza, y los motivos para perderla.

Eventos aparentemente confusos ante los cuales no queda más que la magia para entender.

Me llamo la atención que mi hijo me preguntara si yo creía en la magia.

De momento no supe que decirle, después de un minuto, comprendí que me interrogaba sobre lo esencial de sus pensamientos y temores,……………………………………. como darle ánimos para sonreír a pesar de ……………………las adversidades.

Y ahí se plantea: ¿Creer o no en la magia?

La respuesta no es fácil, y quizá no exista como tal mientras se diseña, mal el problema.

Para poder responderle, le explique en que tipo de magia creo, y que tipo de magia he aprendido a ignorar.

Pensándolo en esos términos yo digo:

La gente es pobre o sufre por arte de magia: es oscurantismo.

El amor obedece a patrones más mágicos que racionales: si creo.

El dinero se gasta por arte de magia: es oscurantismo.

Una sonrisa crea magia en las relaciones humanas: si creo. 

En que las parejas se desgastan solo porque la vida es así: es oscurantismo.

Que tomando tal o cual producto, me veré mas joven, bonita, atractiva, como por arte de magia: es oscurantismo.

Que compartir ilusiones, luchas fracasos, amaneceres a la vida, ensayos de muerte por la noche, llena de magia nuestra existencia: si creo.

Y así podría continuar la lista.

Creo que la razón y el poder de la magia radican en conseguir ver con nuevos ojos todo aquello que ha sido ignorado a pesar de pasar a su lado.

La magia, implica rehacer el mundo y su realidad, no para huir de el, si para comprenderlo mejor.

La magia no es una forma de ignorar la realidad, si una forma de acercarme a ella.

Lo real se muestra más pleno, se desnuda de mejor manera si nuestra mirada pretende rescatar lo absurdo, lo ilógico, lo mágico.

Por eso, ante la pregunta de mi hijo, la respuesta podría ser: creo en tanta magia como seamos capaces de crear.

Creo en la magia que usa como varita la iniciativa de un corazón que no se resigna a dejar de amar y ser feliz.               Andrea Gpe.  

                              
                         Tijuana Baja California Norte. Mexico

                   DESDE MI RINCON EXISTENCIAL,

hesa540828@hotmail.com           agluna200@àyahoo.com.mmx
 
 




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