domingo, junio 30

Una sensibilidad más armonizada.

Junio. 2013.        Una sensibilidad más armonizada. 

Llega la palabra antes que nos reconozca la mirada.
Llegamos con la soledad, sombra que cada un@ lleva, y nace la palabra inmediata antes que la primera mirada nos vea y nos conozca.
Primera palabra amorosa, amistosa, escondida, sublime, que nos anima a ser especie o género identificable por la palabra.
Pozos de palabras somos: palabras apretadas hechas carne, músculos, venas, arterias y venerables huesos.
 Soledad llena de palabras, sueños en las nubes descritas por palabras amorosas, abrazando, mimando...
Palabras olvidadas que producen dolor, benditas, malditas, egocéntricas, que a sí misma se nombran, a sí misma se escuchan.
Silencio de soledad preñado de palabras.
Yo no sé qué tendrá la palabra escrita, que cuando recuro a ella, como ejercicio de expresión, me resulta insuficiente para expresar matices de intensidad en la transmisión de unas vivencias que sólo traspasando las fronteras del lenguaje común para internarme por los laberintos del lenguaje me dejan más o menos satisfecha.
Da la impresión que las palabras tienen otro espacio cuando las coloco intencionadamente en un código verbal que no sea el de la estricta comunicación.
Todo es como más rico, más pleno y, sobre todo, más intenso.
Soy alguien que siente lo que l@s demás sienten, sólo que busco otros modos de expresión, y en esa acción, acabo teniendo sensaciones nuevas e insospechadas y me reinstalo en un mundo de secretos e íntimos placeres al que huyo para sedarme.
En el fondo, se trata de una terapia aplicada para conjurar los males del alma.
Esa huida hacia dentro es una exploración de regiones no transitadas.  
Se trata, para entendernos, de adquirir una sensibilidad más armonizada.  
Aquí quería yo llegar, gracias por leerme.  
Andrea Guadalupe. 

jueves, junio 20

Confidencias…

Jun. 2013                                Confidencias…
Escribo por no gritar, vociferar molesta más aunque tiene más audiencia, escribo por discreción.
Caminando por el parque, entre la hierba vi naciendo de forma desesperada una palabra.
Con miedo de hacerla daño me acerque y la arranqué del suelo.
Al llegar a casa la puse en agua para  ver si crecen frases.
Reconozco que soy nueva en esto, me gustaría que alguien me enseñara.
Algo he escuchado, aunque, no acabo de entender cómo funciona el mecanismo.
Ruego a quien lea esto y sepa y pueda, me conteste a mí correo indicando: ¿Cómo se vive?
No sé por qué, cuando tengo sueño, tomo un café y se me pasa; y ahora que me he tomado diez sigo con mis sueños.
En este verano que inicia, no es que haga más calor, no, es que los sueños nos arropan.
Soñamos con cumplir los sueños que no soñamos.
Este maldito insomnio, me mata mis sueños, cuando se intenta conseguir un sueño, dormir no es una opción.
Sueño con: ser feliz sin tu sonrisa, que cuando dices que no te pasa nada, sea cierto que no te pasa nada, que la distancia se mida en abrazos y el tiempo en besos, que existan líneas que viajan a la nada donde sólo transite la tristeza, que se pueda vivir de las ilusiones, que la tele diga la verdad, que no me olvides, que no te necesite.
Hace tiempo que ya no le cuento mis secretos al espejo, y todo porque él, no me cuenta los suyos.
Esta mañana al mirarme en el espejo no me vi, veía los azulejos a mi espalda, la cortina al fondo, sólo que no a mí.
Me has matado, has dejado de creer en mí.
Qué triste el día que amanece con el cielo cubierto de nubes y vacío de esperanza.
Esperaba tu llamada o un mensaje o quizá un correo, aunque, tan sólo recibí silencio y una duda: no tienes nada que decirme o prefieres no decirme nada.
En ocasiones me miro en tu espejo para saber cómo me ves, aunque a veces me da mucho miedo.
Me quieres, lo sé y lo sabes, aunque, a veces, se nos olvida.
Quiero llamarte por el placer de oír tu voz.
No quiero contarte nada, no quiero que me cuentes nada, simplemente descuelga el teléfono y respira.
Me aseguro de que no estás para poder hablarte en confianza.
Me acabo de dar cuenta de lo mucho que te echo de menos.
Acabo de ser consciente del tiempo que hace que no estás conmigo.
Ahora que he entendido eso... sólo me falta entender que sigas sentada a mi lado.
Me acusas de no tener tiempo de escucharte, sólo que, no te das cuenta de que hace mucho tiempo que no me cuentas nada, tan sólo hablas y hablas y hablas...
Tengo miedo de quererte y que tú no me quieras, aunque, mi miedo mayor, es que tú me quieras y yo no me dé cuenta.
En el fondo sé que me quieres, lo malo es que nunca quieres ahondar.
¿Por qué será? No encuentro una mirada que calle todo lo que no quiero decir.
¡Qué responsabilidad! Tú leyendo esto y yo... sin nada que decir que no sea: Gracias.
Desde Tijuana BC, lugar donde busco donde esconderme de tu ausencia.

Andrea Guadalupe. 

domingo, junio 16

Parecía cariñoso y muy desprendido.

Jun. 2013.             Parecía cariñoso y muy desprendido.
La neta de netas, él me encajó la mano en las nalgas  y yo estaba ya a punto de pegar  cuatro gritos cuando la calafia, pasó frente a una iglesia y lo vi persignarse.
Es una buena persona, pensé yo.
Quizá no lo esté haciendo a propósito, tal vez su mano derecha desconoce lo que su izquierda hace.
De verdad, intente moverme de ahí, pasar hacia otra parte en el pasillo donde venía, porque una cosa es justificar y otra muy distinta es dejarse manosear, aunque, cada vez subían más pasajeros y no había forma.
Mis esfuerzos para menearme, sólo sirvieron para que él metiera mejor la mano y hasta me acariciara.
 Ya estaba yo nerviosa., creo que él también.
Pasamos frente a otra iglesia, sólo que, ni cuenta se dio, se llevó la mano a la cara solo para secarse el sudor.
Yo empecé a hacerme la disimulada, no fuera a creer que me estaba gustando.
Era imposible recorrerme en el pasillo de ese mugre transporte colectivo, que llamamos calafia,  y eso que me inquietaba.
Decidí entonces tomar la revancha y a mi vez le planté la mano en el culo a él.
Pocas cuadras después una oleada de gente me sacó de su lado a empujones.
Los que bajaban me arrastraron y en un momento, me vi en la calle y el mugre colectivo arrancando.
Ahora lamento haberlo perdido así de golpe porque en su billetera sólo había $1.400.00 y unos documentos sin importancia. 
Más hubiera podido sacarle en un encuentro a solas.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde hoy, le recuerdo con nostalgia, porque parecía cariñoso y muy desprendido.

Andrea Guadalupe. 

sábado, junio 15

¿Pueden creerlo?

Jun. 2013         ¿Pueden creerlo?
Nunca sé cómo empezar a escribir, sólo que, por favor, aun no se decepcionen de mí todavía. Hoy sentí la necesidad de explicar mil cosas.
Me gusta crear ambientes dignos de la escritura: siempre con una taza de café al alcance, una servilleta por si se me derrama, enciendo velas aromáticas  y la lámpara.
Tomo mi porta minas, me ubico en la hoja nueva de mi libreta vieja, pienso al tiempo que voy sintiendo y las letras me van llegando de forma automática, como la soledad al alma triste, como el pensamiento al objeto, como el perdón a los corazones fuertes.
Y aunque, la escritura surge por disciplina, también la necesidad por escribir busca un baile en las yemas de los dedos que se traduce en un hormigueo sobre el papel.
¿Alguna vez han observado el recorrido de las hormigas juntas cuando van a casa?
Llevan comida y piedras sobre la espalda, llegan a su destino quitándose todo peso y vuelven a empezar.
Las envidio porque sus piedras son más pesadas que ellas mismas y yo a veces no sé cómo quitarme el dolor de un solo día, creyendo que el pasado son maletas nunca livianas.
No se decepcionen de mí todavía, sólo que sentí la necesidad de revelarlo.
Cuando me ausento, es el momento en que me surgen preguntas urgentes que se clavan en mi existencia como estacas en carne blanda, roja, viva.
¿Cuándo es conveniente olvidar?
¿Por qué nos rasgamos más que la ropa vieja?
¿Cómo saber si un destino se rompe?
Hoy vinieron a mi mente sus rostros, sus risas, mi nostalgia bañada de recuerdos, y he deseado que el cariño que siento por ustedes, me dure más tiempo, que las velas que se quedan encendidas, cuando yo termino de escribir.   
Por favor, no se decepcionen de mí aun.
Hoy, le intenté vender mi alma al Diablo y no la quiso, me dijo que el precio era demasiado alto, por lo que, supongo yo,  hasta en el infierno existen jerarquías.
Si se le hace más fácil, ponga mi alma en formol y enciérrela en una cripta helada.
Esto a causa de mi sediento nomadismo, y disculpe, usted me enseñó a ser así.
Tu alma está rota como tus alas y es tibia como tu carne.
Vete a otro infierno, nómada impropia, porque en este yo no te quiero.
Y ahí estaba yo, ofreciendo un alma que ni el mismo diablo quería.
El precio era accesible: un cuarto de 20 X 20 metros tapizado de latas de café tostado y diversos molidos, un jardín de rosas fragantes, helechos y con un fondo de lujuriosos pastos verdes.
Una cafetera roja de cristal, una mujer que sea todas las mujeres, una copia fidedigna del Hombre de Vitrubio, aquella figura humana, de la cual Leonardo Da Vinci dijo: las medidas del cuerpo están distribuidas por la naturaleza de la manera siguiente: cuatro dedos hacen un palmo; cuatro palmos hacen un pie; seis palmos hacen un codo; cuatro codos hacen la altura de un hombre; cuatro codos hacen un paso, y veinticuatro palmos hacen un hombre.
Deseo salir de dudas y entender de una vez por todas, el dilema del sistema que se utilizó: el sistema fraccionario, o, el  número áureo como comúnmente se cree.
La cinta de: Un perro andaluz, la película más significativa del cine surrealista, para disfrutar a mi antojo de un proceso de sueños encadenados.
12 charlas con Freud, un colchón matrimonial, con un juego de sábanas de seda rojo y otro negro.
Una memoria más grande para mis recuerdos, una pila de libros existencialistas, una antología de la mitología griega, un estante repleto de literatura latinoamericana y textos de Edgar Allan Poe así como de Kafka.
Portaminas, paquetes de minas y mucho papel para escribir.
No se haga usted el difícil, señor Diablo.
¿Qué no le he servido lo suficiente hiriendo de muerte a quienes me han querido, con el veneno de los pedazos de mi corazón, siendo una nómada perfecta?
 Te ofrezco la mitad de todo lo que me has pedido.
¿Tres cuartas partes?
 Y ahí estaba yo, regateando mi alma al único postor.
De hecho firme con mi sangre y  entré en la jaula con mi libertad a tres cuartos y un frío entero.

Sólo encontré una hornilla, y en ella, una cafetera vieja que al lado, tenía varios frascos de café instantáneo, se me salían los pies del colchón, faltaba Borges, Cesar Vallejo, Jean Paul Sartre, Albert Camus, Antoine de Saint Exupéry, Herman Hesse y Aldous Huxley, el génesis bíblico, Afrodita, el cuarto de memoria donde puse todo lo que faltaba.
Y  ahí la cuchilla se me ha quedado clavada perforándome el ojo para recordarme: El perro andaluz.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, donde, ¿Pueden creerlo?, pienso demandar al Diablo, con la Dra. Polo, en: Caso Cerrado.

Andrea Guadalupe.