martes, junio 5

Tal vez lleve mucho tiempo sin darles un abrazo…


Jun. 2012.

Me gusta cuando escribo por necesidad, es un desahogo desde del alma.

He vuelto a sentir la necesidad de escribir, y no voy a negar que lo que más me cuesta es empezar.

Me gusta escribir porque me permite inventarme un universo paralelo donde todo sigue un orden perfecto.

Voy dibujando el lenguaje hasta convertirlo en esa quimera que cobra vida.

 Voy mimando la prosa hasta arroparla, entre sábanas de seda, en el centro neurálgico del tema.

Otras veces, escribo sumida en un ambiente que me invita a ello, como por ejemplo, una frase que me ronda, donde voy dándole forma a los diptongos y los acentos.

Y entonces, con el tacto que mi talento me permite, saco mi porta minas y escribo.

 Conteniendo el aire, sin respirar ni un momento por miedo a que se escapen las palabras disfrazadas entre el dióxido de carbono contaminado de los pulmones.

Puedo escribir, por ejemplo, de un triángulo equilátero casado con un rombo, y que juntos, en silencio, conversaban de todo aquello.

Y entonces apareció la luna en el cielo,  llena de sueños, y por cada vez que hacía escapar un suspiro, corría de su aliento una nota musical que dibujaba, sobre la mesa, un poema…

Sueño con un texto brillante, perfecto de principio a fin.

Sueño que lo compongo, que lo pronuncio, que lo desnudo, que lo firmo, que lo lees y hasta que lo sueño.

Sueño con poder hacerlo mientras me conformo con leer a los grandes de siempre y los de ahora.

Llevo tiempo sin escribir porque no sé de qué o cómo hacerlo.

Han resultado inútiles todos mis intentos.

Hoy escribo de por qué no escribo.

La inspiración viene y va a quién fue tocado con su magia, a otras, nos toca perseguirla.  

Hoy escribo en busca, quizá, de encontrar un motivo que me haga escribir de nuevo.

Hoy combino todos los ingredientes para escribir: Rabia, dolor, fracaso, despedida, descuido… En mi derrota conservo un solo motivo para no hacerlo, me lo prometí a mí misma.

Con una taza de café en la mano, y con el sabor en los labios de su último beso, añado un recuerdo amargo y lo agito…suspiro, y brindo a la salud de su olvido.  

Tal vez lleve mucho tiempo sin darles un abrazo, tal vez, deba seguir buscando mi lugar entre sus pensamientos.

Desde algún lugar de BC, mi rincón existencial, terruño que me adoptó, y al hacerlo, me lego sus mitos, miserias y la total vulnerabilidad del tránsito de cuerpos que sólo están de paso.

Andrea Guadalupe.


                                          

 
 

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