martes, noviembre 23

Por no saber contar hasta diez.


 

Noviembre 2010.     

Pido razones al sueño por hacer que me levante al amanecer.

Y al agua fría de esta mañana por humedecerme el alma hasta los huesos.

Pido explicaciones al tiempo por obedecer los pronósticos de lluvia.

Y a mi mano tibia por calentar con la plancha la ropa que uso bajo el abrigo.

Pido explicaciones al café con galletas por creerse desayuno.

Y disculpas a la prisa por hacerme salir de prisa.  

Pido razones a la gravedad por el peso de mis pecados que se carga mi existencia.

Y a los charcos por ser un obstáculo que hay que sortear.

Y a la idea de que mientras menos use el pick up, y más los músculos, mejor me mantengo.

Pido justificaciones al chofer que tambalea tardíamente el colectivo, a los semáforos por no sincronizar mi caminar.

Pido disculpas, en general, por el camino que me lleva a mi centro de labores.

Y razones a mis compañeros que se presentan a sus trabajos, por fingir un malhumor contra el clima, contra los patrones, contra la rutina, que se les está haciendo carácter.

Y a los administradores que hacen valer con sus actos sus ideas.

Y a los jefes que los atienden porque los entienden.

Y al sistema laboral que los escucha porque les va a hacer caso.

Pido disculpas por este desplante, por las ofensas que dispersa la verdad.

Y pido justificaciones por ser tan verdadera, y también por a veces no dar con ninguna.

Pido, si aun la humildad guarda algún favor para mí, mil justificaciones por no saber contar hasta diez.

Desde BC, con tardes lluviosas y fríos días sin sol, caminando solitaria con rumbo a mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.


                  

 
 


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