miércoles, noviembre 17

Noviembre al irse…


Noviembre de 2010.    Noviembre al irse…

 

Se va Noviembre y con él se lleva sus muertos chiquitos…como si la niebla fuese un riel de luz, se elevan a un cielo donde el incienso, la alegría suave y las campanas palpitantes, se mezclan con transparentes palabras de bienvenida.

Se dice que van en busca de sus abuelos, por eso ellos siempre echan una flor roja en la mochila y una madera para que se talle una escultura.

Sus hermanitos los extrañan y, junto a las sumas y los mapas, los dibujan de angelitos morenos en los cuadernos de la escuela.

La imaginación les vuela cuando el lápiz traza las alas.

Les ponen plumas, una sonrisa de luna y unos ojos grandotes en forma de estrella…

Por eso el 1ro de Noviembre se extrañan de que sus padres, entristecidos por todo y con todo, celebrando, los animan a ir al Camposanto cuando ellos, hojas en la mano, colores rotundos y nobles deseos, esperaban ascender al sueño del infinito en una nube o en un globo…

Cuando llegan al panteón, después de una larga noche de truenos, las mariposas húmedas envuelven los sepulcros al ritmo feliz de los cantos de la mañana.

La tierra está fresca y aun existen charcas que reflejan los arcoíris del firmamento.

El sol aparece como una lejana ballena vestida de amarillo y la galería nocturna deja un lucerito de guardia  mientras el mundo amanece.

Una lápida, azúcar de cantera, otra, harina de mármol, y, una más, canela de granito.

Todo se lee en reverencia santa, con un Padre Nuestro por delante y, entre las aves revoloteando, un Ave María.

 La madre acaricia y besa el ramo antes de sumergirlo en el agua de su amor, el padre se quita el sombrero, lo acuna en el pecho… y, ojos cerrados, corazón abierto, siente como si la vida se estremeciera.

Desde BC, observando cómo Noviembre al irse, arranca a los muertos chiquitos  de mi rincón existencial.   Andrea Guadalupe.

 


                                               



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