Febrero 2014.
¿Por qué hará tanto frío cuando estamos tan solas...?
Esta semana, casi entera, estuve en la cama por culpa de una
gripe mal curada, y comprendí que las personas que están más lejos son las que
tengo más cerca, mientras que otras, se ven cada vez más lejos,
desgraciadamente.
Quienes que paseamos bajo la lluvia corremos bajo el peligro
de la gripe, un precio bajo si se me pregunta.
Por eso quizá pueda afirmar que los hospitales en invierno
se llenan de solitarias melancólicas que se cruzan miradas cómplices,
confesando haber perseguido sueños en plazas mojadas o simplemente para ahogar
lágrimas sinceras y respetuosas en soledad.
¿Por qué hará tanto frío cuando estamos tan solas...?
Hay cosas que no borran el tiempo ni la distancia, la
memoria se aviva sin pretexto, nos envuelve de pasado con demasiada facilidad.
Si esa vida espectral que se hace real, en el fondo la conciencia
hace que esa presencia siga bailando alrededor….
Sentirse en casa, pasear la ciudad envuelta en un cúmulo de
sensaciones que siempre estuvieron ahí, aunque parecen nuevas.
El problema en sí, es la existencia de estos…rincones a los
que acudimos en las ocasiones en que necesitamos encontrarnos a nosotras mismas…
que tengamos esa necesidad de encontrarnos y perdernos y volver a
reencontrarnos, aunque a veces ya sin ser las mismas.
Estos rincones no existen, los creamos y en ellos, nos creamos,
nos recreamos y volvemos sobre nuestros pasos para volver desde el punto que
salimos hace ya mucho tiempo.
Yo tengo uno, en realidad tengo cientos, repartidos por toda
la geografía.
Llego, me siento, respiro, me encuentro y me despido hasta
la próxima, con la ilusión de que no haya próxima y está sea, por fin, la vez
que de verdad me encuentro definitivamente.
Despertar olvidando todo el pasado reciente, las personas
que ya no están, las que no volverán a estar, para compartir de nuevo tus
sueños con alguien que siempre estuvo a tu lado y tú no te dabas cuenta.
Volver a los sitios de siempre, con la gente de siempre, volver,
esa es la eterna disyuntiva de quienes que no tenemos hogar.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde la
nostalgia hace más dulce la agonía.
Andrea Guadalupe.
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