jueves, septiembre 15

Por amor al arte


Tijuana BC.  Sep. 2011.  Por amor al arte

 

Muchas veces, me he preguntado, ¿Por qué escribo lo que escribo?

Quizá para decir lo que mis labios callan, para serenar los sueños, que pierdo y evoco en ocasiones, cuando huyen de mí los sentidos.
Tal vez, para derrotarme y levantarme al mismo tiempo, para sepultar en la clemencia  el dolor que llevo dentro y explicarme, lo que no puedo entender, cuando la zozobra
provoca el titubeo dentro de mi ser.
Quizá escribo, para emerger de mi cuerpo y matar mi muerte, dejándola rendida a mis pies.
Para huir de la inmovilización que me abruma y enloquece, al ver que soy la única, que va marchando al revés.
Tal vez, para discutir conmigo misma, ya que no tengo con quien, como una necesidad básica humana de inventarme que me escuchan, resistiendo y poder respirar cada segundo.
Otra razón posible es para que no se apague el farol de mi puerta y comience en mí a oscurecer.
¿Por qué escribo?, Porque cuento mi vida o al menos, lo que de ella puedo contar.

Quizá  veces, muchas veces, mi escritura se convierte en la voz del corazón que sin razón alguna quiere permanecer en silencio.

Aunque, yo, he descubierto que, escribo básicamente por cobardía.

Me explico: pertenezco a ese tipo de personas con una imaginación que no cabe en el cielo,   encontré que el papel, a través de la escritura, lo aguanta todo.  

Así fue como descubrí que la niña rebelde que vivía en mí podía realizarse.

A partir de entonces fue un no parar: he viajado, luchado contra las injusticias,  he sido guerrera, luchado contra las injusticias, me enamorado de quien me ha querido, y lo mejor de todo, ¡Siguen pensando que soy una buena persona!

Y no es cierto, en el fondo siempre he sido aventurera, aunque, pensándolo bien, soy una cobarde con suerte, con la suerte de que me gusta escribir.

De principio eso me resultó bastante atractivo, es decir, aventurarme a desmitificar la vida dentro de la comunidad LGBTI, si es que eso fuera posible.

Y desmitificar no se trata necesariamente de negar el mito, ni confirmarlo.

Acaso levantar un poco el velo de incertidumbre que existe en torno a esta comunidad diversa y por momentos contradictoria: hiperreal y surrealista, bella y horrorosa.

 Lo intento, y tal vez no lo logre y tal vez no se pueda, como tal vez ningún@ pueda, pues nos rodean verdades propias y ajenas.

 

Como much@s, poseo identidades múltiples con los claroscuros que ello implica y una de las que más disfruto es la de ser el puente entre escenarios distantes mas no excluyentes.

Esa visión me resulta trascendente, y por eso he adoptado a la comunidad como propia, ahí disculpen por no haberles pedido consentimiento, así son los idilios.

La motivación es simple: comunicar.

Porque de eso se trata, ¿no?

Mi propósito al escribir y publicar, es: ser leída, si bien en contenido, considero; en que el asunto es la vivencia.

Aunque, no es por amor al arte exactamente, es por tratar de aportar al mundo en lugar de empobrecerlo.

La frase; por amor al arte la uso para explicar, porqué puedo entregarme a este proyecto, a pesar de que no se trate de un empleo y que sí tengo otro empleo que requiere igualmente de mi entrega, y la digo a quienes no comprenden por qué nadie haría nada sin recibir dinero a cambio.

 L@s mism@s que preguntan: ¿Marchar, para qué?, o ¿Qué caso tiene luchar por cualquier causa?

Mucho tiene de esto tiene mi rebeldía en la disforia de género, porque su naturaleza es de lucha e integración y eso sin duda camina hacia el intercambio de ideas, al diálogo y a la integración de la comunidad LGBTI.

Es lo que percibo y es lo que me convence a través de la escritura.

Desde BC, mi rincón existencial donde mi cariño es de ustedes, y el deseo de abrazarles es un intento de expresarles mi gratitud.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 

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