lunes, enero 26

Relatos que se disparan en todas direcciones.


Tijuana BC En 009. Relatos que se disparan en todas direcciones.

 

 

Una ciudad se mide por la cantidad de relatos que es capaz de producir.

Mas incluso que la calidad de los edificios, monumentos, lugares emblemáticos, símbolos de todo tipo y condición social, lo que importa en realidad es la cantidad de historias que circulan y que la hacen existir, literalmente, la ciudad es tan grande como los relatos que la habitan.

Y así, la cantidad importa, aunque la variedad no es menos significativa.

Los relatos tejen los sentidos de una ciudad, le dan presencia, relatos grandes, pequeños, buenos y malos, interesantes o no, verídicos o ficticios, poco importa.

Porque la vida esta tramada de relatos, a diario narramos y nos narramos el mundo.

Y una ciudad es un gran relato que vamos formando entre tod@s y cada un@.

La consistencia semántica de una ciudad no se mide por la cantidad de kilómetros cuadrados o por la cantidad de habitantes.

Por su belleza arquitectónica o por la fealdad de sus edificaciones, aunque hay unas mejores que otras.

Lo que le otorga cohesión semántica, lo que le inyecta vida, y le dota de cierta identidad social, quizá solo se encuentre en aquello que circula en torno suyo, y muchas veces desde su propio interior.

Aquello que la ciudad nos hace decir de ella, en ella y por ella misma.

Y como otras tantas ciudades, Tijuana parece definirse a si misma por la cantidad de relatos que la han ido narrando, y que circulan desde su interior.

Como las historias de quienes fueron llegando en diferentes épocas, o los que refieren la experiencia de cruzar la frontera, o los que recuerdan otros tiempos, acaso menos opacos.

Tod@s l@s Tijuanenses tenemos un relato que contar y que contarse.

Relatos que circulan cada vez con mayor frecuencia y nos refieren una realidad bastante adversa, relatos de balaceras, asaltos, robos de automóviles, de dolorosas historias de secuestros que proliferan sin control.

Relatos de violencia diaria, de la inseguridad, del miedo convertido en hábito.

Los que en conjunto traman la versión de una ciudad sumida en el temor, la desconfianza y la falta de defensa social.

Cuantos relatos de asesinatos y secuestros podrían enumerarse.

Están los numerosos relatos de los familiares secuestrados, las historias de quienes tuvieron que dejar la ciudad por el miedo a verse entremetidos en algún hecho lamentable, las historias del amigo a quien le robaron sus pertenencias.

Relatos de robos de automóviles, de asaltos a mano armada, de balaceras, de muertos encobijados, de cadáveres degollados.

Relatos producidos desde los periódicos, relatos que llevan la contabilidad de los muertos día tras día, rompiendo el record de días anteriores.

Relatos que se disparan en todas direcciones, y que terminan dibujando el rostro de una ciudad indefensa y sin control.

Tijuana tiene vocación narrativa.

La narramos y nos narramos en el recuento de la violencia convertida en signo de identidad social. Andrea Guadalupe.

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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