domingo, enero 11

Familias disfuncionales. Historias urbanas.


Tijuana BC En 009.    Familias disfuncionales.                        Historias urbanas.

 

 

En Tijuana, la ciudad tiene la vocación de pertenecerle a todos y se respira en ella un orgullo extraño, posiblemente el de ser un gigantesco hotel sin puertas.

El nunca haber sido imaginada como una ciudad real sino como parte de una estrategia, no como fin sino como un medio, la despoja de esa gloria de "ser para siempre" que disfrutan la mayoría de las ciudades.

Se tiene la sensación de que en cualquier momento todos se irán y emigrarán hacia mitad del desierto o hacia otra frontera, incluso la zona del Río que supone ser el patio de la renovación, tiene esa apariencia de decoración, donde nada sucederá realmente porque todos son actores, no por vocación o elección sino por contagio, por saberse en medio de un territorio ausente de historia y de futuro, un territorio en el que todo es movimiento, flujo continuo.

Ciudad prótesis, inventada, Tijuana es una ciudad donde todo lo real se anula por exceso de exhibición, todo está ahí, a la mano, a cualquier precio y a cualquier hora: no hay más que recorrer durante la noche las calles de la Zona Norte para darse cuenta que el placer es una enfermedad habitual: geografía violenta en la que todo parece a punto de caer, puntos supremos de una decadencia sin historia.

Por otra parte, los ríos de personas que cruzan la frontera todos los días han terminado por conferir a la ciudad de esa impaciencia que es hereditaria a la naturaleza del emigrante, una impaciencia que contagia y nutre todos los pasos.

Tijuana es como un espejismo, está sólo para quien quiere y puede verla.

Para la mayoría, sin embargo, es transparente, no existe: nuestra mirada, desde este lado de la frontera, la atraviesa para hospedarse en California, en la tierra prometida, en el paraíso de los dólares; la mirada de los californianos, en cambio, se detiene aquí para construir una imagen falsa de México; para nosotros, los mexicanos, es transparente, para ellos es un leyenda: dos modos distintos de negarle la realidad, de robarle su propia existencia.

Hasta la cerca de acero, el Bordo que corre a lo largo de la frontera, parece ser un armazón más propio de la ciencia ficción que un instrumento de división territorial.

Los reflectores que iluminan la frontera, los helicópteros aleteando en busca de los tránsfugas mexicanos que huyen de su tierra y de su inestable economía, la tensión propia de una línea que une divididos territorios tan diferentes, conforman el escenario para una cacería  absurda y violenta, cínica y espectacular: la frontera supone más bien el repertorio de imágenes para una realidad virtual que un conflicto de orden racial o económico.

 

Tres jóvenes, entre ellos una niña de 14 años y dos adolescentes, fueron asesinados en un paraje solitario.

Con crueldad y sin compasión, hincados y por la espalda, les fueron disparados ráfagas de más de cien tiros a corta distancia.

El ajustamiento, fue sumamente cobarde.

Sus cuerpos fueron encontrados amontonados y en fila como debieron ser colocados mientras esperaban las balas que cortaron su existencia.

En realidad, Tijuana, el sitio del suceso, en relación con el resto del globo terráqueo, es irrelevante.

Esto esta sucediendo en muchos lugares de la tierra.

Los creadores de malas noticias, integrantes de bandas delictivas organizadas, se encargan de demostrarle al mundo que, hasta ahora, ellos imponen sus reglas.

El suceso, por si mismo, es un atentado contra la humanidad.

Los noticieros se refieren a estos niños como Cholos.  

En cierta forma, utilizan una manera poco amable de agredir la mala suerte que tuvieron de pertenecer a familias disfuncionales, carentes de recursos económicos y sin posibilidades reales de poder salir de la pobreza, como hay tantas en nuestro país y el mundo.

Familias imposibilitadas de burlar ese agujero en el que se hunden cada vez más, solo que con las puertas abiertas para integrarse a todo lo miserable y sucio que se les presenta, pues el narcotráfico les abre las posibilidades de tener ingresos rápidos y la posibilidad de mejorar económicamente.  

Me duele esa niña asesinada, me duele que no haya tenido oportunidad de experimentar el apoyo familiar y de la sociedad, dándole las posibilidades mínimas que requería para superar las amarguras de su corta vida.

Me duelen sus 14 años, cuando se comienza a ver la vida desde la adolescencia, el que ella haya estado inmersa en redes de violencia y probablemente de drogadicción, experimentando la extrema desventaja que eso significa para las mayorías pobres de nuestra patria.

También me duelen, los otros jóvenes de 16 y 17 años, que enfrentaron la muerte con el temor en los ojos, y la seguridad de que ahí terminarían su corta y desaprovechada existencia.

Aun entendiendo que las posibilidades de evadir el peligro, eran tan estrechas que les fue imposible lograrlo.

Tenemos que reducir las posibilidades de que las ejecuciones de niños se hagan tan frecuentes que nos acostumbremos a ellas.

Comencemos ahora para que los niños vivan mejor. Andrea Gpe.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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