jueves, enero 29

¿Feliz de verme?


Tijuana Enero 009.      ¿Feliz de verme?

 

 

Caminando en las calles de la ciudad, con solicitudes de empleo en la mano, con hambre en el estomago y la amargura reflejada en el rostro, encontré a mi Comay.

Yo, feliz de encontrarla, y ella, clavando la mirada triste en mí, me dice: ¿Feliz de verme?

¿Con este país, con esta crisis, con estos gobernantes, con tanto crimen, corrupción e impunidad, hay motivos para estar feliz?

Tengo más motivos para estar triste que feliz, más razones para ser pesimista que optimista, aunque una lo deseara, las cosas no pintan bien, y me hacen recordar aquella melodía: "En mi país que tristeza, la pobreza y el rencor".

Nos rodean los problemas económicos, los despidos, los índices de desempleo crecen de manera alarmante, se incrementa la delincuencia, la educación no mejora, y quienes gobiernan, no hacen nada para enfrentar la crisis.

Me doy cuenta que el gasto publico se utiliza de manera ineficiente, que no se apoya a los pequeños y medianos productores, que no se cuida el gasto interno, no se rescatan a los deudores, no hay transparencia en el sistema financiero, la banca es un asco y cuna de la usura, y quienes dirigen al país, no tienen inteligencia, prudencia o amor por la patria.

Mi Comadreja, en su dolor solitario, siente que Ortega y Gasset, le dedico aquel escrito: "Cuando no hay alegría, el alma se retira a un rincón de nuestro cuerpo y hace de él, su cubil.  

De cuando en cuando, da un aullido lastimero o enseña los dientes a las cosas que pasan.

Y todas las cosas nos parecen que hacen camino rendidas bajo el fardo de su destino y que ninguna tiene vigor bastante para danzar con él sobre los hombros"  

La vida nos ofrece un panorama de universal esclavitud.

Mi comadre, piensa que estamos frente a un país que no tiene posibilidades.

No ve, al menos en la próxima década, un futuro prometedor para las nuevas generaciones.

Sus ojos, hoy tristes y apagados, observan un panorama siniestro de miserias, injusticias, ignorancia y cesantía.

Para deprimirse menos, lee y relee aquel poema de Robert L Jones, llamado: Depresión.

"Quiero una depresión que esté mejor afeitada, mejor vestida/y sea en general mejor ciudadana que yo. /Una depresión que hornee su propio pan, que cultive sus propias habas/ y beba el mas viejo Beaujolais de la mas vieja aldea francesa."

"Y una vez que hallamos comido y bebido juntos/una depresión que me platique todo de si misma.

Quiero una depresión que sea insegura.

"Una depresión a la que yo pueda intimidar hasta que su cara/ se marchite como una ciruela de dudas/ ya la que pueda avergonzar hasta que suelte una risita nerviosa/que haga a la gente dar la espalda/ y alejarse rápidamente."

"Por otro lado, aceptaría una depresión radical, de segunda clase y en busca de una nueva oportunidad en la vida. /Una que contar en la fila de desempleados.

Pues si puedo darle trabajo, puedo despedirla.

Quiero una depresión no sindicalizada.

Quiero una depresión que haya fallado en su misión.

El fracaso del dentista con la dentadura falsa. Del político honesto, del peluquero calvo, del dermatólogo con sarna, del anestesista letárgico, no son nada al lado de una depresión deprimida.   Andrea Guadalupe.

 

 


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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