Jul 2013. Cualquier parecido, no es coincidencia.
Lo llamaba hogar y era el castillo de la pureza, se rodeó de
sus semejantes y les llamó familia.
Lleno su mente de prejuicios religiosos, y le llamo normas
de conductas, tejió su tiempo con ausencias y lo llamó obligaciones.
Se aferró a los celos y lo llamó amor devoto, bebió el jugo
de la envidia y lo llamó injusticia.
Formó murallas ante
su vida y lo llamó defensa propia, sucumbió
a los asaltos del resentimiento y lo llamó escrúpulos,
Garrapateó maldiciones
sobre los recuerdos y lo llamó motivaciones, consumió su vida como se calcina
un monte y lo llamó destino.
Se vistió con las galas de la locura y lo llamó discreción,
descargó todos sus desdichas sobre los
suyos y lo llamó la mejor de las salidas.
Mojó sus dedos en aquella inmundicia y lo llamó premio, se encerró
en vida dentro de un ataúd, y lo llamo penitencia.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde
reflexiono que la vida es la eliminación de lo que está muerto.
Andrea Guadalupe.
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