domingo, octubre 10

Una escritora soñadora


Octubre de 2010.       Una escritora soñadora                                                 

 

Poseo lo que disfruto: la inconforme edad de la tristeza, la joven inocencia de la alegría confrontada, la neblina del recuerdo, como escalón y como  espada…

Tengo una flecha en el calendario, una madeja de luz, la cultura hundida en el nido de la esperanza y en el desierto de la vida y la corazonada que de que mis creencias, no confían en mis convicciones…

Tengo una mano extendida al cielo, y el rostro sonriendo de pena.

Tengo la lengua de establo donde pastan mis palabras y un corazón lleno de lodo como las veredas a tu casa…

Tengo una llamada perdida,  blusas blancas y faldas  negras,  la elegancia cuestionable de mezclar la sencillez con la belleza.

Tengo una colección de lágrimas que parecen las luces nocturnas de Tijuana.

 Tengo a la lluvia respirando bajo el agua y un sueño donde tu amor no se me escapa…

Tengo dos toronjas peleando por una cuchara y la manía ingrata de recibir desplumadas en las alas.

Tengo un escuadrón de luciérnagas filosofando sobre el brillo de las alhajas, al hambre de invitada para la cena, un sorbo de café y el deseo de estar echada viendo películas  el fin de semana…

Tengo un intérprete de las emociones llamado Corazón, una debilidad intimidante que se nombra perdón.

Tengo la memoria de un viaje que no he hecho, y un placer diminuto feriado en sesenta segundos…

Tengo un reloj parado por el tiempo, un romance con la palabra escrita, un beso que no he dado, el sendero de mis pasos, el viento en la cara amontonándose como ganado perdido…

Tengo una ceguera amable, y un anticuario líquido donde la nada se refleja y nada…

Tengo una amante feliz que se casó conmigo para vivir recordándome que la felicidad no existe.

Tengo la suerte de ser la que no soy ni la que dijeron que era,

 

Un teléfono, con el que llamo y me contesta Dios que espere en la lista de espera.

Tengo un retrato de Dios, que finge ser mi padre.

Tengo el hambre subida a los hombros, los desvelos de volar con un ojo tuerto soñándome despierta…

Tengo la risa despeinada jugando con la sed del mar, el recuerdo de un lunar en la nalga… ajena y una plática pendiente para que hable.

Tengo lo que no tengo: todo lo que debería tener una mujer, si no fuera una escritora sodora.

Desde BC, mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.


                                             

 


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