Enero.
2014. Tod@s somos maestr@s y
discípul@s.
Cuando
escribo, lo hago a manera de diario, con la intención de compartir una
experiencia, una vivencia, como todo en
la vida, nada es circunstancial, y de todo se aprende algo, o se comprende de
una nueva forma, entonces lo que cada persona perciba sobre algún hecho particular,
es sólo su percepción.
Al
escribir, la idea principal es ayudar, aunque, quizá, escribo para mí misma,
porque termina siendo una ayuda que me aclara las ideas, y me hace llegar al
punto de comprensión en el yo interno, el cual,
ha tenido un relámpago de luz, y busca a través de las palabras, una luz
que sea más que un relámpago.
Aunque,
finalmente éstos alumbran a much@s, porque, las palabras, son energía que el
uso en el tiempo les ha dado, porque tiene más poder que el pensamiento, completan
la energía del sonido, y tienen un significado que en forma directa o
subliminal nos afecta, positiva o negativamente.
Su
uso tiene un efecto de acción, que muchas veces funciona como un boomerang, ya que somos receptores de la misma energía
que transmitimos, de ahí que, lo que obtenemos de la vida, depende en gran
parte de lo que decimos y de nuestra forma de expresarnos
Hace
algunos años, tenía yo la idea de que para escribir, lo esencial, era tener un maestro.
Le
encontré en el autor de una serie de libros que respondieron casi todas mis
preguntas y dudas, de ese momento.
Estaba
alegre, hasta que un día, alguien me
derrumbó la idea.
Fue
una experiencia muy fuerte, me explico que para aprender a escribir, primero debía
yo aprender a vivir, fue tan fuerte la experiencia, que por lo mismo pude
asumirla.
Si
hablas de un maestro, me dijo, sugieres la idea que entonces yo era una
seguidora, y una discípula toma la sabiduría de su maestro y sus estructuras
personales.
Entonces
había que eliminarlo.
Ego,
respeto, orgullo, y un montón de emociones hicieron una tremenda guerra entre
sí.
El
resultado fue que cada situación, persona, libro, intuición, era el maestro
propicio en el momento indicado.
En
el sentido espiritual la palabra: maestro, significa la maestría de una misma.
No
tiene relación con seguidores, o aprendices de su conocimiento, y en el
transcurso de la vida he encontrado muchas personas buscando un maestro; incluso
algunas me han visto como la posible
maestra.
Y
nunca he pensado que podría ser maestra de nadie, tal vez si guía en algún
aspecto particular y por un determinado tiempo.
Más
de eso, no, se puede ser empática en algunas cosas, y en otras no.
En
un sentido general, tod@s somos maestr@s y discípul@s, pues quienes hemos
transitado mayor tiempo en la vida,
podemos tener una visión más amplia que quienes comienzan recién ese tránsito, esa
es toda la diferencia.
Y
en ese aspecto, el maestro no está para dirigir, está para compartir.
Si
encuentras uno así, agradécele a la vida, si no es así, continúa buscando.
Desde
Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde agradezco los comentarios que
llegan, me hacen reflexionar, y eso es muy positivo.
Andrea
Guadalupe.