domingo, noviembre 28

A través de ustedes…


Noviembre 2010.  A través de ustedes…

 

He leído con atención sus comentarios, me han hecho ruborizar, soñar, sonreír, y hasta soltar más de una lagrima, al igual que una gran pregunta…

  En mi alma de mujer que escribe por catarsis, ¿qué arrastro?   

Acarreo todas las preguntas, en espera de todas las respuestas.    

Cargo, por decirte algo, la caricia feliz en la mejilla de mi muñeca de trapo, y el recuerdo imborrable que me obsequió la luna de octubre, así como la taza de café que compartí con una noche sin sueño.  

Traigo el instante en que vuela el colibrí de la ilusión y que es el momento eterno de la tibieza de Dios.

Cargo, en un collar de lágrimas alegres y en mi pulsera de diamantes tristes, el salto precipitado de un relámpago que se alimenta, de flor en flor, hasta llegar al sol.

Por eso tengo entreabierto el corazón por un poema y llevo así, resplandeciente, la dignidad elogiada de la humanidad.

Cargo el tiempo como un descubrimiento, cuando alguien me espera, además de la ternura en la conversación de quienes me rodean.

Llevo todas las carencias del Misal y los aretes de tulipanes  plata  que me regalaron un  día  y la fe como un armario divino que se reparte y otras curaciones de la belleza. 

Llevo en la piel el canto húmedo de mis hermanas las sirenas, con las cuales soñó Homero en su travesía por las estrellas. 

En la mano una taza de café,  y un abrazo en el alma  que despierta con tersas caricias sus alas de mariposa.

El recuerdo en la mente  que me recuerda que a todas, el amor nos hizo, es decir la eterna fidelidad de ser hijas de otras hijas.

Y  una sonrisa de alegría que se regenera en cada entrega...

 Llevo, eso llevo… o debería llevar en el alma, una niña, cuando…después de todas las adolescencias de la vida…observo a través de ustedes,  en lo que se ha transformado mi existencia.

Desde BC, donde sus comentarios me han hecho ruborizar, soñar, sonreír, y hasta soltar más de una lagrima en mi rincón existencial. Andrea Guadalupe. 

                                              

 


martes, noviembre 23

Por no saber contar hasta diez.


 

Noviembre 2010.     

Pido razones al sueño por hacer que me levante al amanecer.

Y al agua fría de esta mañana por humedecerme el alma hasta los huesos.

Pido explicaciones al tiempo por obedecer los pronósticos de lluvia.

Y a mi mano tibia por calentar con la plancha la ropa que uso bajo el abrigo.

Pido explicaciones al café con galletas por creerse desayuno.

Y disculpas a la prisa por hacerme salir de prisa.  

Pido razones a la gravedad por el peso de mis pecados que se carga mi existencia.

Y a los charcos por ser un obstáculo que hay que sortear.

Y a la idea de que mientras menos use el pick up, y más los músculos, mejor me mantengo.

Pido justificaciones al chofer que tambalea tardíamente el colectivo, a los semáforos por no sincronizar mi caminar.

Pido disculpas, en general, por el camino que me lleva a mi centro de labores.

Y razones a mis compañeros que se presentan a sus trabajos, por fingir un malhumor contra el clima, contra los patrones, contra la rutina, que se les está haciendo carácter.

Y a los administradores que hacen valer con sus actos sus ideas.

Y a los jefes que los atienden porque los entienden.

Y al sistema laboral que los escucha porque les va a hacer caso.

Pido disculpas por este desplante, por las ofensas que dispersa la verdad.

Y pido justificaciones por ser tan verdadera, y también por a veces no dar con ninguna.

Pido, si aun la humildad guarda algún favor para mí, mil justificaciones por no saber contar hasta diez.

Desde BC, con tardes lluviosas y fríos días sin sol, caminando solitaria con rumbo a mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.


                  

 
 


domingo, noviembre 21

¿Sabes amor?



      

 

Noviembre 2010.   ¿Sabes amor?

 

A pesar de la eternidad, en esta vida todo dura demasiado poco.

Y ahora que somos como un cigarro que le quema los dedos a Dios, debería dejar por un momento los recuerdos y las reflexiones para contarte lo que me haces sentir.

Cuando pasé a tu lado la experiencia de conocer tu mundo, al despedirnos, en la voz quebrada al sepáranos, yo escuchaba  el mar…

Paradas en el andén, recordarás que cerré los ojos, y nos despedimos con un beso que hasta hoy, ha servido para salvar a mi corazón humano.

En el ir y venir de este tiempo, las olas han me murmurado: "Desandarás lo andado y lo volverás a recorrer la danza de tus pasos".

Hay poemas que no necesitan el pecado de estar tristes.

Hay poemas que ponen versos a la liviandad.

Hay poemas que son como fotografías, ecos de luz que hacen de la oscuridad algo resplandeciente…

Algún día, cuando me convoquen a declarar mis actos, presuntuosa diré: "Si estuve a su lado, es porque me abrió la puerta".

Te estoy agradecida, mi recompensa en tu abrazo se encuentra intacta, pues guarda la contextura de los amuletos de la juventud, Morrison, Serrat, Zorba, en el desahogo inmenso de tutear la dicha y le atribuye un sentido transparente a la existencia.

¿Sabes amor? Como los espejos, el mundo está lleno gente.

A unos, la televisión, que ya no refleja la realidad, sino que la crea, los hace visibles; a otros, los más invisibles, el robo o el crimen les regala rastro o rostro, según sus restos o sus arrestos.

Medito y digo…Tiempo postmoderno, vivimos un largo eco de imágenes.

Lejos del origen, cercanas al final, la simulación y la copia se multiplican.

Incapaz de analizar, ahora sólo puedo repetir…Los espejos están llenos de gente.

Los invisibles nos ven, los olvidados nos recuerdan, cuando nos vemos, los vemos.

Cuando nos vamos, ¿se van?".

Cada día, leyendo los diarios, viéndonos en televisión, asistimos a una revelación y a una ocultación.

Tanto los diarios, como la refracción, cualidad que tienen ciertos cristales de "duplicar" las imágenes de los objeto de la televisión, nos enseñan por lo que dicen y no dicen, por lo que callan o cantan, por la tinta que aprovechan y por la  luz que desaprovechan. 

La existencia es una paradoja andante, la contradicción le mueve las piernas.

Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras revelan, mintiendo, la verdad.

Tengo, ante mis ojos, tus palabras, en mis manos que acarician y acariciando escriben, recibo y leo,  y lo que leo es fuente de alegría de lo que fluye y fondo de lo que no se cuenta… y cuenta cómo se cuenta la novela que forjas en mi vida con esa música que siempre nos lleva lejos, echaremos a navegar de nuevo nuestros sueños al horizonte.

Desde BC, con días  nublados, con sus tardes plenas de melancolías, brumosas y tristes sin ruido y sin sol, con las nubes en calma, recuerdos y sueños en giros confusos invaden el alma en mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.

                                       

sábado, noviembre 20

Cuando los recuerdos acuden a mi mente,


Nov.2010.       Cuando los recuerdos acuden a mi mente,

 

De mañana, la niebla asciende del mar por los acantilados.

Sube, blanca y algodonada, al encuentro de sus hermanas las nubes, colmadas de sueños de húmedos pastos y ballenas.

Y más tarde, las lluvias que mojan, chubascos que esparcen esos sueños.

Entonces las grandes brumas ansiosas se espesan en el cielo cargado de saber, y mis ojos que no pierden de vista el océano Pacifico desde lo alto de las rocas tan sólo ven una mística blancura, como si el borde del acantilado fuese el límite de toda la tierra, y las campanas de las boyas tañesen libremente en el éter irreal.

Los peñascos se elevan con arrogancia, altos y curiosos, mirador sobre balcón, hasta el de Salsipuedes, que se recorta en el horizonte como una nube gris y helada por el viento. Desolado, sobresale una punta en el espacio ilimitado, ya que la costa tuerce bruscamente allí donde desemboca la playa de Saldamano,  después de dejar atrás el medio camino.

Las gentes marineras del puerto, miran hacia ese acantilado como miran otros hacia la estrella polar, forma parte del firmamento, y, en verdad, también desaparece cuando la niebla oculta las estrellas o el sol, sienten cariño por algunos acantilados…

Desde esta tarde fría y de bruma, veo en mi soledad al atardecer, cuando se abren las puertas a los recuerdos, repetidos y nunca los mismos.

Aparece ese momento en que la sangre siente como caduca el resultado, y una no canta lo perdido, reclama lo olvidado.

Y no lloro, es el humo del abandono el que hace saltar las lágrimas.

Voy caminando al lado de mi padre, pues iremos esta tarde a la función de cine.

Nos rodea un silencio que nos cierra la boca y mueve con alegría los ojos.

Con alegría por llegar a la densa oscuridad de la sala, nadie respira  para no desencantar el milagro de proyección.

El Cine Reforma, con sus interiores rococó, es con el cine Isabel, lo más elegante de la ciudad.

Ahí, en esa iglesia de sombras y rayo divino, es una fiesta y nosotros sus fieles oficiantes. El amarillo olor de las palomitas y los sorbetes rituales de la soda y sus hielitos dan la bienvenida.

Entre risas y tropiezos tomamos por asalto las butacas.

Mi padre, tipo serio y  mal encajado a la vida, comparte esta toma merecida.

Y, como un sueño colectivo, la función transcurre.

Es como viajar en el tren o en el autobús y ver en familia el mismo paisaje... No lo sé, quizá no sea así.

Y como truco de principios de siglo, se incinera la película dando la señal para la rechifla y el alboroto, el arguende y el insulto; algunas gargantas sueltan el clásico: Cacaro…

Así reinicia la película en el reino de la oscuridad.  

Al final, después de expulsar los demonios en bendita solidaridad, espacioso y desolado queda el  templo que cobijó por unas horas en sus tibias sombras al gentío del barrio y sus  arrebatos de dioses famélicos. 

Tal vez todo esto viene a mi mente porque a veces los recuerdos que flotan en las brumas de las tardes frías, me suenan a lluvia, y me hacen mirarme un poquito dentro, a través del cristal…

Desde BC, mi alma es una lámpara que se apagó y aún está caliente en mi rincón existencial.

Andrea Guadalupe.

 

 

 


                                                    

 
 


viernes, noviembre 19

El tiempo todo lo destroza, todo lo deshace.


 Noviembre 2010.  El tiempo todo lo destroza, todo lo deshace.

 

 

Iba caminando por la calle, como si fuera la senda de mi vida, esa vereda mal tratada por las lluvias y las raíces de los árboles, cuando dos niños, inocentes retoños de un futuro prometedor, me dijeron, sin intentos de ofender: Hola Doña…

¿Será por eso que me enojé, no, es mucho más.

Favor de abstenerse de llamarme exagerada, porque es verdad, abrieron una herida difícil de sanar.

Ayer noté que el cajero del supermercado me miraba y me hablaba de tú a tú con confianza.  

Antes, hubiese pensado que le gustaba.

Ahora, solo puedo pensar que me está mirando un hombre con una vida por demás irónica,  pues todo el pelo que  le faltaba en la cabeza, le sobresalía por la nariz y orejas.

Llegue a imaginar que si juntara en una bolsita todo lo que se cortara de las orejas y nariz, podría taparse la prominente calvicie.

Si bien la edad no nos restringe de nada, en ocasiones, destilo olor a naftalina, y mi Rexona si me abandona.

Ya no es lo mismo, el tiempo pasa, me estoy poniendo vieja, dejo de escribir, me duelen los dedos.

Me pregunto si será artritis…

Realmente han pasado años, sólo que el tiempo es engañoso, pues depende de algo que no puedo explicar del todo.

A veces lo siento como algo que apenas acabara de ocurrir hace una semana, como cuando en mi juventud, iba de regreso a casa y recorría los mismos lugares donde acostumbrábamos encontrarnos.

tengo la sensación de que en realidad han sido muchos años los que han pasado entre hoy y aquel lejano pasado; tal vez una vida entera.

Me parece no ser la misma, me parece estar distante, tener recuerdos de otra vida, de otro entonces, recuerdos que me pertenecían aunque hace mucho han  dejado de ser míos.

Me asaltan imágenes de un ayer distante, o de un ayer que parece no tan distante, y quiero correr hacia su encuentro, como si todo fuera tal y como entonces solía ser, como si no hubieran pasado ya infinidad de momentos,…infinidad de años.

Alguien me dijo que el tiempo todo lo destroza, todo lo deshace.

Eso fue hace unas tardes, una tarde que salí del trabajo caminando y buscaba un colectivo que me llevara cerca de mi casa rodante, pues se me había hecho tarde.

Un hombre me paró y me contó la historia más triste del mundo.

Me entretuvo mucho, no me atrevía a irme porque tal vez mi sola presencia, o el hecho de que alguien lo escuchara le brindaba algún tipo de consuelo.

Y por más pequeño que éste sea, un consuelo nunca debe negársele a nadie.

Me preguntó si no sabía dónde estaba la planta procesadora de atún, y le dije en qué dirección se encontraba, aunque que aún estaba muy lejos, tal vez a un día de camino.

Su apariencia era humilde y su acento extranjero, sólo que no me daba desconfianza, comenzó a decirme la razón de su búsqueda, un poco desalentado después de saber que aún le quedaba un largo camino por recorrer: era un indocumentado de Centroamérica que había tratado de llegar a los EE UU, nada más que lo detuvieron en la frontera y le quitaron todo lo que tenía.

No sé cómo fue a llegar a esta parte del estado, sólo que por conocer de la pesca, le dijeron que tal vez podría encontrar algo de trabajo en la planta procesadora.

Así caminó hasta llegar a aquella esquina donde me encontraba.

Había pasado por mucho: su familia se moría de hambre muy lejos de ahí, y él mismo se moría de desesperanza sentado junto a mí; no sé qué lo mantenía vivo ni caminando.

Me pidió algunas monedas para comprarse un pan, porque hacía dos días que no comía nada. Le di lo poco que traía, ojalá le pudiera haber dado más; me acababa de gastar diez veces lo que le di en algo estúpido, y me sentí muy mal por eso.

Me dio las gracias más sinceras que en mi vida he escuchado, con una muy tenue sonrisa y unos ojos enrojecidos, jamás me han dado las gracias así.

El tipo se moría de hambre, de cansancio, tal vez hasta de desesperación, sabía que no podría pagarme lo que le acababa de dar, así que era una vergüenza extra, y aún así fue lo suficientemente cortés para agradecerme lo poco que ayudé.

Mientras se retiraba echó una última mirada al largo horizonte delante de él, escondido entre una multitud de barcas en el mar y gaviotas en el horizonte, y me dijo: "el tiempo todo lo manda a la mierda".

Ahora, sentada en la misma esquina, aunque esperando otro colectivo  por aquellos rumbos, me dio por pensar lo mismo.

Me fui a encontrar con mi destino.

Había concretado con él una cita desde hace tiempo, y ayer pensando en ello no pude dormir.

Me desperté temprano, me alisté y salí a la calle dispuesta a presentar mis trabajos de narrativa y pelear un lugar.

Llevaba una falda larga de mezclilla, una blusa de algodón, una chamarra abrigadora, y tenis viejos.

Así caminé lo que me pareció una eternidad hasta que llegué al lugar indicado a la hora pactada.

Había más gente ahí, gente con la misma inquietud que traigo desde hace muchos años.

Me fui a encontrar con mi destino, con miedo a que me haya dejado atrás.

Quise verlo de cara, tomar el valor que todos estos años nunca tuve para hacerle frente y así lo hice.

Quise verlo una última vez para ver si aún me quedaba, para ponérmelo como un guante y ver si mi mano aún se amoldaba a él o ver si había cambiado... y cambié.

Como era de esperarse mi destino no me quedaba más, no me esperó ni me perdonó todas esas malas decisiones que me hicieron perderle de vista desde aquella vez cuando, sin darme cuenta, tomé un camino diferente al suyo.

Comprobé que eso ya no era para mí, que el maldito tiempo me había dejado atrás y que ya nada se podía hacer.

Regresé derrotada, con mis cuadernos bajo el brazo, sólo que satisfecha con la pelea.

No lloré, porque esta vez no me quedé de brazos cruzados sino fui tras él.

Comprendí que no soy la primera ni la última infeliz que se ha quedado sin dirección.

Ahora no tengo idea de a dónde ir, aunque al menos tengo idea de a dónde no puedo ir, suena extraño, sólo que hay algo tranquilizante en todo el asunto.

Celebro mi derrota con una taza de café amargo en la mano y las estrellas sobre mi cabeza.

Hoy llovió desde la madrugada.

A mitad de la tarde la lluvia cesó de súbito, por completo, y comenzó a hacer un frío hermoso, salí del trabajo y me fui caminando como siempre.

Al principio me calaba el frío, aunque después el mismo ritmo de mis pasos me hizo sentir calor, ahí estaba, caminando cabizbaja, a ratos acelerando el paso, a ratos tomándome mi tiempo.

De repente sacaba las manos y me las ponía a la boca para soplar aire caliente; a ratos miraba el paisaje, y veía lentamente al día despedirse y a la noche nacer entre brumas marinas, la tarde estaba gris, las calles estaban solas, y yo también.

 

Llegué a mi casa rodante muy acalorada, abrí la ventana  y eso bastó para que en segundos volviera a sentir el dulce frío invadir todo el ambiente.

Siento que el aire me quiere decir algo, que quiere hablar conmigo y sus palabras son ese frío tan delicioso y pienso que rara es la vida: tan impredecible, tan inquietante, sólo que tan sutil que ni notas lo que el tiempo ha hecho contigo… ¿Cómo será mi vida dentro de una semana? ¿O dentro de un mes?

No quiero pensar dentro de un año, pues ahí sí que me entra el miedo.

Cuesta tanto acostumbrarse a las cosas que cuando te las arrancan de súbito te duele.

Y cuesta tanto comenzar desde cero… Como me dice mi hijo; "Levantarse del piso duele" aunque no lo dijo con el significado que le doy, sino más bien literalmente.

De repente la tarde se nubló.

Veo la luz caer cautelosamente en el horizonte marino, en la mañana hacía un día tan soleado, tan hermoso.

Tantas ilusiones tenía para hoy, que hasta decidí tomarme la tarde para pensar y repensar, ponerme al corriente con las lecturas que tanto me gustan y que las demás obligaciones me privan, y reponer algo de sueño atrasado.

Un pequeño respiro dentro de este vaivén de pesadumbre.

Y no tengo energías para ese momento de introspección donde investigo muy dentro de mí lo que sé que debo escribir, y cómo lo debo escribir.

¿De dónde viene la inspiración? ¿Acaso existe tal cosa?

Mi vida entera parece una secuencia de triviales días sin fin ni finalidad.

Estoy llegando al fondo de la espiral descendente, y pronto tendré que decidir qué perder.

La tarde se nubló de repente y yo la vi nublarse desde mi rincón existencial.

El claroscuro que se dibuja se volvió más etéreo mientras el reloj marcaba las 5pm, hasta que de repente ya no hubo más luz.

Espero que mañana salga el sol porque me muero de frío, y que pase lo que tenga que pasar, que venga lo que tenga que venir.

Mis conclusiones: La existencia es ese tiempo que todos tenemos.

Es como un lienzo, sobre el cual vamos pintando nuestra vida: el pasado ya lo pintamos; el presente lo estamos pintando; y el futuro lo pintaremos sobre la marcha, aunque podemos trazar con lápiz lo que queremos pintar.

¿De qué se trata la vida? De decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado, de decidir qué pintar...

Me encuentro en mi casa rodante escribiendo este relato navideño, casi sin ideas, con mi inseparable café, una que otra galleta de chocolate y el frio  dándome en la cara.

 …Y quiero que me traigas dignidad, dijo en voz alta, escribiendo en una hoja, mirando a su padre, con ojos de ocho años recién cumplidos, esperanzada.

¿Eso vas a pedir en esta Navidad?

¿Por qué no le pides algo que haya en una juguetería, por ejemplo?

Sugirió esperando una respuesta positiva.

Eso me lo puedes comprar tú papá, finalizó, matando sus oportunidades.

Bueno,  pide algo que sus duendes puedan fabricar, insistió.

¡Está bien!, le voy a pedir un hermanito, expresó ingenuamente.

Hija,  eso lo puedo conseguir yo, dijo riéndose a medida que se iba dando cuenta que ese chiste, entre sus compañeros de trabajo a la hora del lonche, sería el furor del turno, aunque no para contarlo delante de su niñita.

Quiero decir, tosió, yo se lo pedí a Santa Claus, dijo, esperando arreglar el daño ya hecho.

Mejor le pido dignidad para ti, papá, resaltó mirándolo con esos mismos ojos de ocho años recién cumplidos, sólo que con ojeadas de desprecio, a medida que se le llenaban de lágrimas.

Desde BC, viendo la luz caer cautelosamente en el horizonte marino de mi rincón existencial.  Andrea Guadalupe.


                                               



jueves, noviembre 18

Desde BC y sus maravillas naturales


Noviembre de 2010.      Desde BC y sus maravillas naturales

 

Cuando se viaja por tierra hasta Tijuana desde el interior del país, uno de los paisajes que más asombra por su imponencia, es la Sierra de Juárez, en su porción conocida como la Rumorosa, al recorrer la sinuosa carretera que asciende desde aproximadamente 3 metros bajo el nivel del mar en Laguna Salada, hasta más de 1000 metros de altitud, preguntándonos: ¿Cuál será el origen de esta montaña, su paisaje de rocas desnudas y grandes precipicios?

Entorno montañés tupido de árboles, donde se aprecia que el viento al pasar entre las ramas de los pinos, se transforma en un delicioso rumor musical.

Este fue el motivo por el que se bautizo a la serranía: La Rumorosa.

Es la punta norte de la columna vertebral montañosa de nuestra entidad, zona intermedia, fronteriza entre dos regiones de Baja California, el desierto y la sierra.

Desde ahí, se pueden ver el valle de Mexicali en su desértica grandeza, y de de ella, podemos comenzar el viaje al interior de la península, rumbo a sus praderas, bosques, viñedos, y el clima del mediterráneo.

Aunque la sierra de la Rumorosa no es sólo una zona geográfica, una simple articulación entre dos ecosistemas.

Quienes la conocemos, sabemos que es una serie de montañas de roca desnuda, cuya belleza a seducido y ha sido descrita como un paisaje apocalíptico, como el hogar de dioses ancestrales.

Pienso que la Rumorosa, es una de las siete maravillas naturales de Baja California, junto con el Valle de los gigantes, la Bufadora, la Sierra de San Pedro Mártir, la Laguna Salada, las islas del mar de Cortes, y el paso de la ballena gris por las aguas del Pacifico.

La Rumorosa, nos revela lo que somos, a partir del propio paisaje, nos define como seres humanos en nuestro poblado, lleno de prodigios naturales, que nos precisan como sociedad.

Desde BC y sus maravillas naturales, en mi rincón existencial. Andrea Guadalupe.


                                               



Me tienes a mí, que te puedo escuchar.

Noviembre de 2010.    Me tienes a mí, que te puedo escuchar.

 

En un correo personal, señale un comentario de Peter Kingsley, escritor y filósofo: En México, tenemos todo lo que necesitamos, sólo que necesitamos que se nos enseñen lo que tenemos.

Y sin perder el tiempo, desenfundando la realidad, esa arma que se pone como evidencia en medio de los ojos, la persona destinataria me objeto: ¿Qué tiene México?

¿Qué nos ofrece este país para que vivamos en él?

Así, con la ronda de pensamientos, me he quedado dando vueltas en el imaginario de una nación, la mía, la tuya, la de nuestras familias.

Reflexionando en que posee mí país, para responder a quienes con razón, sólo que sin corazón, me cuestionan con dureza.

¿Qué tiene México?

Y yo, muestro, pinto, dibujo, describo con palabras este paisaje.

Tenemos el futbol como pretexto para apagar el televisor y leer un libro.

Porque tenemos a Octavio Paz, Carlos Fuentes, Monsiváis, los cuentos de José Agustín, los poemas de Jaime Sabines, Lauro Acevedo.

Tenemos las telenovelas, para saber de donde surge tu nombre: Esmeralda, Marimar, etc.

Tenemos nuestra propia historia de hadas lujuriosas que no ajustan con la realidad.

Tenemos el cine de los hermanos Almada, para saber qué no hacer en las películas, que es como saber lo que no hay que hacer en la realidad.

Tenemos a Juan Gabriel, que puede ser como tú, como yo, sólo que además compone y canta.

Tenemos todo un calendario…Santificado...para tomar cerveza, vino o tequila, porque aquí, todos los días, hay un santo que celebrar o una fiesta que organizar.

Tenemos el amor el amor perdido, es decir, el gran pretexto para salir a buscarlo a la calle.

Tenemos la rebeldía musicalizada de Gloria Trevi, el chocolate de la abuelita, y los noticieros diarios que no fallan en decir boberías todos los días.

¿Qué de cosas no  tenemos?

Y sobre todo, tenemos el deseo de cambiar la carne viva en la sal, del descontento, ese que nos dice: No a la anestesia de los anuncios que quieren hacernos creer que repitiéndonos 30 veces cada 5 minutos, que estamos bien, que no pasa nada, que nada es posible, menos cambiar la realidad, si no es con el poder de tu firma y usando su shampoo.

Y, además, me tienes a mí, que te puedo escuchar.

Alguien que…puede ofrecerte una respuesta, aunque no sea lo que quieres escuchar.

Desde BC, me tienes a mí, que te puedo escuchar en mi rincón existencial.

Andrea Guadalupe.

 

 

 

 



                                             

 
 


miércoles, noviembre 17

Cautelosamente, haciendo ruido con la palabra escrita.


Nov. 2010.       Cautelosamente, haciendo ruido con la palabra escrita.

 

Este fin de semana, entre otras actividades me he dado a la tarea de revisar y actualizar mis correos, descubro no sin cierta sorpresa que me distrae el silencio que escucho en mis diálogos

Situación que me llevo a imaginar argumentos, razones y palabras que justifican esta acción, concluyendo en estas reflexiones:

 En un mar de piedra, seco como el alma de quien ha perdido hasta la última gota de amor, el ángel de las cosas bellas escribió un resumen con el fuego rosa de su índice:

El silencio es primitivo como los amantes.

El silencio es el núcleo que se cimienta abierto en el ojo de las galaxias.

El silencio, por su transparencia, es duro como un diamante.

El silencio también es una nube que ilumina con su vacío el pulsar de las estrellas.

El silencio posee alas de colores que no se ven cuando aparece el arco iris.

El silencio danza apasionado en llamas pequeñas en el eco del sueño fugitivo de quien despierta.

El silencio sella con su piedra el cielo luminoso de la creencia.

El silencio, como quien persigue una tormenta, es horizontal sólo por un tiempo.

El silencio sirve de ventana a quienes  arraigan carbones de nieve en su castidad.

El silencio se besa con el tiempo.

El silencio imagina que teje la luz con diminutas luciérnagas. .

El silencio herido siempre deja su huella de niebla.

El silencio, tesoro oculto del ártico, llora su humedad geométrica entre las horas largas de la lluvia y de la espera.

El silencio, acróbata íntimo, canta suspendida en el brillo de las cucharas.

El silencio, en el camino, un paso sí, un paso no, va dialogando con el sonido.

Desde BC, cautelosamente, haciendo ruido con la palabra escrita en mi rincón existencial.

Andrea Guadalupe.  

 

 


                                               



Noviembre al irse…


Noviembre de 2010.    Noviembre al irse…

 

Se va Noviembre y con él se lleva sus muertos chiquitos…como si la niebla fuese un riel de luz, se elevan a un cielo donde el incienso, la alegría suave y las campanas palpitantes, se mezclan con transparentes palabras de bienvenida.

Se dice que van en busca de sus abuelos, por eso ellos siempre echan una flor roja en la mochila y una madera para que se talle una escultura.

Sus hermanitos los extrañan y, junto a las sumas y los mapas, los dibujan de angelitos morenos en los cuadernos de la escuela.

La imaginación les vuela cuando el lápiz traza las alas.

Les ponen plumas, una sonrisa de luna y unos ojos grandotes en forma de estrella…

Por eso el 1ro de Noviembre se extrañan de que sus padres, entristecidos por todo y con todo, celebrando, los animan a ir al Camposanto cuando ellos, hojas en la mano, colores rotundos y nobles deseos, esperaban ascender al sueño del infinito en una nube o en un globo…

Cuando llegan al panteón, después de una larga noche de truenos, las mariposas húmedas envuelven los sepulcros al ritmo feliz de los cantos de la mañana.

La tierra está fresca y aun existen charcas que reflejan los arcoíris del firmamento.

El sol aparece como una lejana ballena vestida de amarillo y la galería nocturna deja un lucerito de guardia  mientras el mundo amanece.

Una lápida, azúcar de cantera, otra, harina de mármol, y, una más, canela de granito.

Todo se lee en reverencia santa, con un Padre Nuestro por delante y, entre las aves revoloteando, un Ave María.

 La madre acaricia y besa el ramo antes de sumergirlo en el agua de su amor, el padre se quita el sombrero, lo acuna en el pecho… y, ojos cerrados, corazón abierto, siente como si la vida se estremeciera.

Desde BC, observando cómo Noviembre al irse, arranca a los muertos chiquitos  de mi rincón existencial.   Andrea Guadalupe.

 


                                               



Un amable correo.

Noviembre de 2010.   Un amable correo.

 

 

Lo encontré al abrir mi cuenta, atravesó distancias y fronteras que dividen al hombre, no a los afectos y, con la discreción equilibrada y feliz de su camino, llegó hasta el portal de mi correspondencia.  

Eran pocas palabras, sólo que nos les faltaban clase, entonces, con su mirada dulce me dijo:

¡Hola! ¿Puedo pasar?, Desde luego, agregué, y no quise realizar ninguna inquisición o averiguación  de carácter neurótico.

No sabía quién era, pero cada ademán, cada gesto, cada parpadeo, era capaz de iluminar de inocencia y belleza todos sus movimientos.

Me abrazó  y habló quedito al oído diciéndome lo mucho que me quería.

No dudo en lo más mínimo en acercarse amablemente y rodearme con su cariño… testificando que los prejuicios en las cosas del alma son un tonto invento de los adultos.

No pude negarme al humilde cobijo de la virtud, cálida y extraordinaria, mientras dejaba escurrir lágrimas de sensibilidad y comprensión.

En un amable correo había venido a saludarme a través de una  sencilla lección de amor.

Al terminar de leer, me dejo acompañada de la ternura de una sonrisa  para luego estampar su firma en señal de despidida.

Cuando su breve imagen desapareció de mi vista, la imagen, risas, cariño, y palabras de mansedumbre reflexiva de que alguien que sin un contacto físico, pudo brindarme calidez, cercanía y un momento de mágico desinterés, quedo con su nombre formándose en mis labios…..Gracias por este regalo en mi vida.

Desde BC,  disfrutando un amable correo que ha venido a saludarme a mi rincón existencial.

Andrea Guadalupe.

 



                                              



lunes, noviembre 15

Algo sucede pasada la media noche.


Noviembre/2010.   Algo sucede pasada la media noche.

Algo sucede a las 2:01 a.m., para ser preciso, cuando leo este fragmento de una carta de Herman Hesse: "Me he instalado de nuevo en mi antiguo terruño de Selva Negra, donde pienso quedarme por lo menos durante todo el invierno.

Mi antigua habitación, pequeña aunque muy cómoda, desde cuyas ventanas tengo una vista panorámica de los lugares que paseaba cuando era niño, ya está acondicionada, con un aspecto de aplicación y erudición, con su escritorio y los muchos libros y un intenso olor a tabaco.

De la pared cuelgan mi caña de pescar, el retrato de mi madre y el de mi novia..."

Algo sucede, claro está…

Y no por el resplandeciente frío de las estrellas.

Algo sucede, porque desde esta casa rodante donde vivo, pequeña aunque muy cómoda, donde tengo una vista panorámica de los lugares en que pienso quedarme por lo menos durante todo el invierno, y, lo cual está de más decir, tiene un aspecto de estudio y sabiduría, por los muchos libros, el escritorio y la foto de mi hijo, donde, a esta precisa hora de la pasada media noche, tendida en la cama y con la lámpara encendida, leo la CORRESPONDENCIA de Herman Hesse y Stefan Sweig, sobre todo porque quien puso este libro en mis manos sentenció que, por algunas hojas que había leído ya en él  -- "páginas de maravillosa importancia, que no te puedes dar el lujo de perderte" --, me quedaría hasta las 2:00 de la madrugada, sí, sorprendida leyendo…

Qué razón tendría la lectura en invertir en ella el sueño, cuando sé muy bien que la narrativa engendra sueños que la razón no entiende.

Reflexiones de una noche sin sueño…

El único poder: Vencer a la muerte.

El único valor: El que no tiene precio.

La única religión: La del amor.

El único Templo: El Universo, una Iglesia no es un lugar exclusivo de lo sagrado.

Una va a los templos: Parroquia, Bosque, Escuela, Santuario, Sinagoga, Zendo, a aprender el sentido de lo sagrado, y si la lección ha sido aprendida, el Universo entero se vuelve un Templo, cualquier hombre se convierte en un Sacerdote y todo alimento es una Hostia.

La única belleza: La del interior.

El único interior: El que se refleja al exterior.

El único Testamento: El del alma.

El único vuelo: El del espíritu.

El único espíritu: El que habita el cuerpo.

El único placer: Aquel que no lastima al corazón.

La conciencia única: Darse cuenta.

La única creencia: La duda.

La única sinceridad: Desnudarse las veces que sea necesario.

La única mirada permitida: Al suelo para ayudar a levantar a alguien.

La Luna única: La que no se confunde con el dedo que la señala.

Lo único dado: La vida.

Lo único quitado: La vida misma.

El único viaje: El de ninguna parte.

La única contribución: Toda.

La única necesidad: La de tu hermana.

La única obligación: La felicidad.

El único vacío: El que se llena.

Lo único que hay que decir: Nada.

La nada única: La que lo abarca todo.

Lo único que lo abarca todo: Lo no mentido.

Lo único no mentido: Lo verdadero.

Desde BC, en mi rincón existencial, algo sucede pasada la media noche.

Andrea Guadalupe.