lunes, junio 14

Te convoco y te condeno…

Tijuana BC Jun. 2010.   Te convoco y te condeno…

 

Este fin de semana, más propiamente el día domingo por la tarde, y sin novedades en el frente, me ha invadido y quizá nunca me ha dejado, la urgencia de tener pareja.

Me gustaría que la solicitud que seguirá a esta publicación, sea manejada integra por quienes están manejando actualmente lo del fútbol mundial.

De ese tamaño tiene que ser la organización para no verse rebasada.

Así que, a quien le interese, váyase formando, aunque supongo que su formación ya debe estar bien realizada.

Esperen su ficha y su dicha para ser la persona afortunada que portara el conjuro.: "… te convoco y te condeno a que no puedas cerrar los ojos sin verme, abrir los labios sin llamarme, saciar la sed sin sentir en tu boca la mía, tocar tu cuerpo sin creer que me acaricias, doblar una esquina sin la esperanza de hallarme, alzar el teléfono sin oír en mi voz tu nombre, abrir un libro sin leer estas palabras, porque el único amor que me hace falta es el tuyo, y lo necesito de esta manera inmoderada en que yo…".

Andrea Guadalupe.



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Es insoportable…


 

Tijuana BC Jun.2010.  Es insoportable…

En cuanto les vi, supe que venían por mí aquellas mujeres y hombres armados con garrotes.

No va a dolerte, me dijo uno al mismo tiempo que me encajaba el primer puñetazo, entre ceja, oreja y media ma…dre mía.

 

Comprende, son nuestros sentimientos.

No es justo que la tengas, susurraron las mujeres, que me mordían  y me tiraban rabiosamente de los cabellos, arrodilladas sobre mí.

 

Los hombres usaban los garrotes con fuerza y cuidado, esperando los instantes en que mis movimientos y los de las ellas dejaban al descubierto partes donde los golpes fueran más dolorosos.

Me sorprendía que todo ocurriera casi en silencio; que las voces me llegaran con tanta suavidad; que pudiera guardar las quejas detrás de los dientes trabados.

Un garrotazo dado de punta me cerró un ojo, con el otro veía el piso donde había caído; las piedras que me rasgaban la piel.

Una de las mujeres comenzó a rasgarme la ropa; otra me clavó una rodilla en el cuello.

 

Suéltala, me aconsejó con ternura.

 

Una patada me dejo ciega, sentí uñas, dientes, rodillas, tacones, puños, garrotes, el suelo que me arañaba con crueldad.

 

¿Para qué la quieres?, me dijo una voz acariciante, y sentí el mordisco en la oreja.

Me rompieron los  dedos,  quise gritar, sólo que la boca se me llenó de polvo y el grito que había guardado tanto tiempo se convirtió en un espasmo de agonía.

 

No la extrañarás, me dijeron mientras iban dejándome sola; aunque la única herida que en verdad sentía era el hueco que me había quedado en las manos.

 

No te conviene, insistió una mujer.

 

¿No entiendes? , dijo una, sólo que yo no podía verlas.

 

Es por tu bien, murmuró otra, ya de retirada, y después, como una explicación: Es insoportable, la felicidad.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
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                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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Temblorosa de amor.

Tijuana BC Jun. 2010.     Temblorosa de amor.

 

Ganas de morderte, me dijo al oído y yo baje la mirada, sonreí, quise hablar de otra cosa, tan cerca de su cuerpo que, más que verle, sentía: su calor, la mezcla de olores que desprendía su cuerpo, la loción, el brazo que me pasaba por la espalda.

Intente echarme hacia atrás para mirarle a los ojos, sólo que me los cerró a besos y luego me rozó los labios y yo sentía que me ahogaba y que un fluido tibio me humedecía, la piel me comenzaba a arder, la sangre iba a brotarme por los poros mientras me besaba las mejillas, las orejas, el mentón, la nariz, y yo gemía o ronroneaba, me atragantaba, e insistía con la barbilla alzándome la cara, besándome los párpados, los labios, la nuca, los hombros, murmurando de nuevo "ganas de morderte", o tal vez sólo pensándolo, aunque buscando la forma de ganarme el mentón con la nariz, de empujarme hacia arriba mientras dejaba caer la cabeza como arrastrada por el peso de la cabellera, entreabría los dientes, asomaba la lengua, emitía un jadeo de gozo, exponía el cuello firme y palpitante, y descendía suavemente, abría la boca, clavaba los colmillos, ausente el espejo, temblorosa de amor.

 

Andrea Guadalupe.



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miércoles, junio 9

Es momento de acercarnos.


Tijuana BC Jun.2010.   Es momento de acercarnos.

Se me escapan los sentimientos entre palabras rugosas, que hieren el corazón, hasta tal punto, que el ruido se hace insoportable.

Cada día me pregunto sobre ese dolor sordo en el pecho, aunque estoy segura de que soy la única que goza de buena salud en este mundo enfermo.

Y un buen día, en el que se me agotan las prisas, los deseos y hasta los silencios, me miro al espejo y para evitar cualquier línea de expresión que me delate,  paso el photoshop o el maquillaje y así, en apariencia perfecta, salgo a la calle con esa máscara de felicidad, que cada vez se me hace más difícil de reconocer, como mi propia identidad.

Se hace evidente, que he de modificar el trazo, que hemos de empezar a utilizar, de manera equilibrada los recursos, de investigar para descubrir, como desarrollarme de una manera más ecológica como ser humano, es cierto que todos estos términos están de moda, aunque apenas sepa que significan o al menos no sé como implantarlos en mi quehacer diario interior y busco entre nuevas tendencias espirituales o consumistas, en realidad apenas hay diferencia entre ambas vertientes, porque si me falta la honestidad básica, de saber sumergirme en mi interior, es posible que nunca sea capaz de descubrir de que tipo son, mis verdaderas necesidades.

Las palabras me ayudan a comunicarme, sólo que cada vez genero más distancias entre ellas y los seres a quien las dirijo.

 Los espacios, no se miden en silencios, si no en una especie de ruido que me provoca una sordera inmedible de soledad.

Creo que es momento de acercarnos, tal vez la cercanía, nos permita hablarnos en susurros y las miradas empiecen a recuperar el poder perdido y dejemos de ser náufragos de nuestra propia existencia.

Es posible que no lo hagamos porque nos resulte demasiado dolorosa la evidencia o tal vez lo hacemos a menudo y nos reconozcamos en los resultados de nuestro proceso, sólo que, sea cual sea la circunstancia siempre podemos hacer algo para mejorar nuestra calidad de vida, nuestra manera de manifestar el amor y éste, es tan buen momento como otro, para empezar a hacerlo, seguro que nuestras relaciones se expanden

Personalmente, tanto descontento, me produce un cierto desconcierto.

¿Que se oculta en realidad detrás de tanta insatisfacción?

¿Nos sentimos con la suficiente libertad para elegir?

¿Que nos impide en verdad, crear nuestro propio molde, darle una connotación diferente? ¿Que está pasando con nosotros?...

Hoy alguien me ha recordado que, lo que sentimos tiene que ver con nosotros mismos, no con lo que está sucediendo, con la situación que estamos viviendo, entender eso nos ofrece la libertad de poder elegir lo que experimentamos, por ejemplo sentir el amor y la alegría, compartirla.

Probablemente por separado no se pueda apreciar nuestra belleza, aunque si unimos nuestras manos, para unir nuestras piezas, podemos llegar a sorprendernos con la magia de la nueva visión que se genera ante nuestra muda mirada.

¿Que está pasando conmigo? Si me detengo, observo, siento, me escucho, sin duda me llegan un montón de respuestas y de nuevo, me veo obligada a elegir, a veces ponerse en acción pasa por la posibilidad de detenerse.

Una sonrisa y mucho amor para el camino.

Me han dicho que quita la sed y ofrece una agradable sensación de saciedad.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

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martes, junio 8

A veces soy…emociones.


Tijuana BC Jun. 2010.A veces soy…emociones.

 

 No soy de una manera determinada, a veces lluvia, a veces sol, otras tormenta o calma.

Leona o gata, madre, mujer o niña.

A veces, yo, curiosa, confusa, buscadora de no se qué, inquieta, nerviosa o tranquila y silenciosa.

Soy sentimiento, fuego, nunca hielo, aunque deje que lo parezca.

Lo mismo me acerco, que me alejo. A veces soy… emociones

Hay días, en los que no me gusta nada lo que veo.

Miro y solo consigo ver sombras, sombras que se acaban convirtiendo en una masa borrosa, privada de la más mínima claridad, así es fácil confundirse, aunque justificar no me ayuda a resolver, hay que tomar otras medidas.

Me doy cuenta, de que... A veces, me siento como realidad aislada,  y en un mundo donde todo se armoniza, recuperar el sentido de unidad, se hace indispensable.

Soy un ser ingenua por naturaleza, necesito mantener mi centro y con él, el equilibrio y para esto no se me ocurre mejor forma de hacerlo, que respetando la naturaleza de mi esencia.

Tal vez esa sea, la causa por la que  necesite seguir creyendo para seguir viendo claro.

Lo bueno de las creencias es que cuando alguna no sirve o queda obsoleta, puedo llegar a modificarla y ajustarla a la nueva realidad.

Entreveo lo que estás pensando, sólo que nadie ha dicho que sea fácil,  aunque merece la pena intentarlo.

Me  daña estar entre medio de dos mundos, entre un escalón y el siguiente, en medio de ese vacío que se genera, entre el miedo y el amor.

Necesito luz que me permita ver, más allá de lo que en este momento contemplo.

Necesito fuerza, necesito vencerme, dejar de resistir, necesito avanzar.

Ya solo falta descubrir el cómo, ese cómo, que me llevará al lugar adonde quiero estar.

Puede que el camino del medio que se abre ante mí, no sea un camino más, sea el definitivo, aunque en este momento no me reconozco en él, su tránsito puede otorgarme los recursos que preciso para continuar y aliviar la fatiga.

Rendirse, no significa abandonar, solo lo opuesto a resistirse.

Ternura, pasión... Solo las caricias se interponen entre el aire y mi piel, que se sonroja tímida, mientras se eriza en un susurro de placer que apenas puedo retener.  

El aire comienza a avanzar en su carrera loca, apasionada, me siento flotar en tus brazos.

Me tenso, tan solo de pensar, en  la siguiente bocanada de caricias.

Me deslizo entre las curvas suaves de tu hombro, mientras te sumerges en las mías y bailamos una danza invisible, apenas audible.

Pierdo la noción de cualquier otra cosa que no sea este momento.

Entre los gemidos amordazados por susurros de amor, me abandono, mientras me reencuentro con el infinito.

Sensaciones que se detienen, que marchan hacía atrás, que tartamudean, que tropiezan, que caminan sin avanzar, que se desesperan, que caen, que se levantan, que sienten, que duelen, que aman, sacudidas que se derriten en una mirada, que se dejan mimar.

Emociones que desean, que se desean entre sí, que quieren, que esperan, que se apasionan, que ríen.

Que están amando siempre, que lloran, que sueñan, que disfrutan, que se liberan, que transmiten, que se repiten, que se pierden, que encuentran, que se tocan, que escuchan serenas, desbocadas, dulces, tiernas, que enternecen, que se comparten, que se entrelazan, que se acarician, que se difuminan, que se abandonan en otras emociones.

Que hacen camino, a veces hacía atrás, a veces empujando fuertemente al resto de la piel, que no se rinden, que descubren.

Miro y veo mis emociones..... Sonrío, me entrego y los riego con la belleza de unas flores.

Y después…, más sensaciones inesperadas, indecisas, como esos puntos suspensivos, que siembran la esperanza en una frase, mientras la recibes o tal vez la angustia de no llegar a alcanzar el final infinito del  pensamiento que la engendró.

De esos estremecimientos que se suceden sin tregua, sin dar tiempo a integrarlos, como si fueran latidos en su tic-tac silencioso y ensordecedor a la vez, en su empeño inagotable de marcar un tiempo, que a veces llamamos vida.

Hoy, que ya es ayer, sentía cada uno de esos momentos, como algo íntimo y personal, difícil de expresar y de compartir, tal vez por ese darme cuenta de lo extremadamente frágiles que puedo llegar a ser y a la vez de lo increíblemente fuerte, sin apenas motivos aparentes.

Es posible, que la única diferencia entre ambos estados, pueda encontrarse en la capacidad de amar y ser amada,  en lo que estoy dispuesta a arriesgar por los sueños, en el entusiasmo que este dispuesta a invertir, para lograr hacerlos realidad, y sobre todo en saber valorar los pequeños regalos que ofrece la vida y en los grandes momentos que proporciona saber reconocerlos.

A veces un rayo de luz filtrado, puede ser el principio de algo nuevo, solo se exige, abrir los ojos o desnudar el rostro o incluso algo más sutil, una voz que susurre al oído que está ahí, esperando a que nos atrevamos a apreciarlo, cualquiera puede ser esa voz susurrante que provoque un nuevo amanecer y que genere la belleza de una sensación inolvidable.

Andrea Guadalupe.


                                              Andrea Guadalupe.

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lunes, junio 7

¿Dónde nace el olvido?

Tijuana BC Jun.2010.   ¿Dónde nace el olvido?

 

Suena la música y mi cuerpo obedeciendo a una señal que mis ojos ignoran, empieza a moverse, suave, despacio, sensual, rítmicamente, es mi deseo de libertad que araña las notas a medida que el ritmo se acelera y se convierte en una danza rota, que me enloquece, mientras siento que nada ni nadie puede detenerme, me convierto en parte de esa música confundiéndome con las manos que acarician los instrumentos que la producen, liberando poro a poro mi piel, humedeciéndola....

Necesito romper con esas normas, que me asfixian casi tanto como el cemento, como la contaminación oscura de sus carencias, que me impide respirar.

Necesito alejarme, dejar fuera las críticas, los juicios, de todos esos que me etiquetan, que me dejaron sus cadenas como herencia, con el único propósito de ejercer el control de su poder sobre mis pensamientos.

Quizás esa sociedad a la que pertenezco se olvidó o quizás me olvidé yo, de que  a los sentimientos no se les puede atrapar, podrían condicionar mi manera de expresarlos, podrían domesticarme a través del miedo a la soledad, podrían inducirme a vivir en un carnaval permanente, con máscaras que eclipsarán mi ser, aunque tarde o temprano mi alma indómita de mujer, escuchará de nuevo esa música y empezará a moverse suave, despacio, sensual, rítmicamente hasta sentirse libre.

Nada es para siempre     Nada es para siempre     Nada es para siempre    

Mi cielo está cubierto de letras, descarga frases desesperanzadoras que palabra a palabra caen sobre mí, mi escudo protector empieza a debilitarse, me siento cansada de realizar una defensa que parece carecer de sentido, como si el universo entero hubiera decidido rendirse ante la evidencia de que nada es para siempre, como si después de la monótona repetición se hubiera convertido en una oscura realidad de mentes aprensivas liderando corazones vencidos.

¿¿El amor es infinito?? ¿¿La amistad tiene sexo?? ¿¿Nada es para siempre?? ¿¿Dónde nace el olvido?? ¿¿Solo se muere una vez??

Para evitar que me estallen dentro, susurro esas preguntas al viento, tímidamente en el acantilado de la vida, a pesar del peligro que supone quedarme en el extremo de sus rocas, aguardando tu respuesta desde la orilla de tu propia inseguridad.

Hacía días que no podía escribir y escribir para mí se ha convertido es una especie de encuentro conmigo misma y de alguna manera con aquellas personas que me regalan un poco de su tiempo para escucharme, para acompañarme en mi proceso de vida aunque sea tímidamente, sin apenas emitir ningún sonido al entrar.

No sé por qué me he puesto a pensar que en realidad en esto de vaciar el alma, a veces pasa como en aquello del día a día, en el que hablamos a la vez, quizás creyendo que lo que tenemos que comunicar es más importante que lo que otras tienen que decir, sintiendo a veces que somos  un poco despojadas al darnos cuenta de que personas que para nosotros son importantes, en el mejor de los casos nos escuchan aunque no siempre nos comprendan y en el peor y más habitual, solo nos oyen, aquí en éste submundo echamos de menos que alguien nos lea o nos comente algo, sólo que si tenemos poco tiempo: ¿A que lo dedicamos en realidad? ¿A dar o a esperar?

 Recibir, desarrollar nuestra escucha para los otros, no deja de ser una inversión, un canal que nos conecta directamente con nuestra conversación interior. 

Es cierto que el tiempo con que contamos es limitado y hemos de ser selectivas, aunque cada vez que nos permitimos regalar un poco de tiempo a otro para escuchar lo que tiene que decirnos, en realidad estamos conectando con nuestra propia escucha interior, aprendemos de nuestro propio silencio y creamos espacio para nuestros propios pensamientos y palabras, es como despertar con una sonrisa a nuestra propia realidad a través de las realidades de otras.

En algún lado leí que: Gritar a las cosas vivas, hace que muera el espíritu que habita en ellas.

Cada vez que necesito gritar para hacer valer mi opinión, es una derrota personal.

Cada vez que le grito  a cualquiera de las personas que me rodean, es una derrota personal.

Cada vez que me impongo a gritos por una simple cuestión de poder, es una derrota personal.

Derrotas como éstas, propias o ajenas, son parte de nuestro paisaje diario, sólo que... ¿Porque gritamos...?

No me gusta que me griten, ni tampoco gritar.

Gritar me hace sentir mal, rompe mi paz interior, deja afónica a mi alma y ensordece mis oídos cuando alguien me grita, así que creo en eso que leí en alguna parte o quizás me lo acabo de inventar, no importa, aunque cuando alguien grita a un ser vivo algo se muere en el espíritu de uno y otro, eso es seguro.

Hace un tiempo descubrí un truco para disminuir el impacto que los gritos tienen en mí, cuando alguien grita a mí alrededor o me baña de gritos sin permiso, yo me divorcio de la situación, le bajo el volumen y me quedo solo con el mensaje real que ocultan sus gritos.

 Ese mensaje suele estar lleno de miedo, de inseguridad, de falta de respeto hacía sí mismo o hacía otros, así el impacto es menor.

Hoy me propongo y si te animas te propongo que cada vez que te surjan las  ganas de gritar sonrías y si no tienes ganas de gritar sonrías también, porque es señal de que tu alma conoce el lenguaje del mundo.

Hoy voy a murmurarte al oído tu nombre por todas las veces que haya podido gritar alguno ¿Susurras el mío...?

Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

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sábado, junio 5

Soy una oruga.

 

 

Tijuana BC Jun. / 2010.      Soy una oruga.

 

 

Desde lejos me contemplo y mientras acorto distancias, veo el reflejo de mí ser, de toda mi existencia, como dicen que ocurre instantes antes de morir, en una sola lágrima.

Esa lágrima que puede evaporarse en cualquier momento, contiene mis emociones, mis silencios, mis ausencias, mis miedos secretos, mis lamentos, mis gritos, mi dolor, mi locura, mis sueños rotos, la miro, me miro y una profunda tristeza me envuelve, me siento sola, tan sola, que al tocarme soy capaz de tocar mi soledad.

Me abraza.

Siento unas ganas enormes de correr, de despojarme de todo lo que me sobra, de repente giro sobre mis pasos y corro, corro, en dirección contraria, sigo corriendo mientras  voy despojándome de mi ropa, me gusta como empiezo a sentirme, la ropa queda desparramada por el suelo, no me detengo a recogerla.

A lo lejos me contemplo y mientras acorto distancias, veo el reflejo de mí ser, de toda mi existencia, como dicen que ocurre instantes antes de morir, en una sola sonrisa.

Esa sonrisa que puede evaporarse en cualquier momento, contiene mis emociones, mis silencios, mi valor secreto, mis risas, mi placer, mi locura, mis sueños cumplidos, la miro, me miro y una profunda alegría me envuelve, me siento sola, aunque está vez no siento miedo de la soledad, al tocarla conecto conmigo, me abrazo y empiezo a hablarme.

Mi otra mitad está llegando, ha seguido mis pasos, estoy entre mis dos yo, ambos avanzan hacía mí, como si quisieran tragarme y lo hacen, tras unos minutos, consigo dominar mi pánico, abro los ojos, la oscuridad cesa y me encuentro, yo, conmigo misma, y me doy cuenta de que formo parte de un mundo paralelo de seres invisibles.

He quedado atrapada entre dos mundos, entre dos vidas.

 Soy una oruga y a pesar de que mi paisaje interior desentone aún mucho de la mariposa que quiero llegar a ser, a pesar de que a veces visualizo mis alas como si ya pudiera volar, a pesar de que en algún momento mi ego me traiciona y consigo verme con esos hermosos colores que me hacen sentir un ser especial, aunque solo sea en potencia.

Sé que aun soy una oruga.

Sólo que ahora me doy cuenta de mi gran contradicción, lo único que tenemos en común una oruga y yo es que al final con un poco de suerte las dos seremos mariposas.

Yo puedo pensar, sentir, decidir, como, cuando, con quien y para que, ella no.

En mi vida necesito algunos cambios, periódicamente los necesito, el hecho de que no sean demasiado grandes, evita que sienta demasiado miedo a llevarlos a cabo, aunque muchos pequeños cambios, hacen que mi vida me resulte un espacio donde me siento llena, donde siento que voy evolucionando paso a paso, y aunque a veces me detengo a descansar, no permito que mi fuerza se estanque, y si alguna vez me despisto, mi equipo de vida me lo recuerda.

Hablar de mí, es hablar de tristeza...

Es hablar de la alegría, del sol, de la esperanza, de la ternura, del beso, de las lágrimas.

Es hablar del verano, del frío, del mar, de la turbulencia, de la quietud, del temblor, del miedo..

Es hablar del los barcos hechos en los cafés con una servilleta de papel...

Es hablar de la sed de los labios resecos y un golpe de calor en la nuca.

Es hablar de la sed y de otra sed que no nace en el cuerpo sino en los ángulos del alma..

Hablar de mí es hablar de una pregunta, de un gran interrogante suspendido en mi cabeza, es hablar de unos ojos que se alargan como dos brazos hacia adelante tratando de palpar en el futuro...

Tratando de saber donde está el límite que habrá de herirme, que habrá de separarme de mi aliento, del verano, del mar, del frío, del hambre, de la certeza...

Hablar de mí, es hablar de ti.

Porque tú y yo somos algo muy parecido, con la misma respiración , el mismo cansancio, las mismas ganas de vivir , de ser felices, de encontrar un oasis bañado de verde y de ternura en medio del desierto que a veces nos aguarda..

Es hablar de una larga serpentina de miel envolviéndose en tus amores.

Es hablar de una queja que se quedo en el silencio, y de un silencio que te arrancó una queja, una queja tenue y pequeña que apenas araño el aire y se deshizo.

Porque tú y yo nos parecemos mucho...

Al verdadero dolor, al verdadero llanto lo escondemos con pudor, con recato...y quizás hasta con un poco de avaricia, con un poco de temor a que lo vean...que lo toquen, se metan en él...

Se apoderen de su sal y su hiel...

Apretamos los puños, nos mordemos los labios, gritamos tonterías golpeamos paredes...

Y lo principal queda sepultado bajo una fina ceniza celeste de silencio.

Porque yo puedo pedir pan para mi hambre, yo puedo pedir agua para mi sed...

Sólo que:¿Con qué palabras… y dejando de lado qué cuota de vergüenza, puedo pedir amor, puedo dar vuelta la manivela del olvido para que vuelva atrás, para que lo de antes se haga hoy, para que se abra un cielo de violetas sobre aquel beso suyo?

Hablar de mí...hablar de ti...Palabras...Aventuras de la voz...

Mariposas que corren como un reguero de arco iris...y se desbordan como un rio desbocado...

Palabras

Mariposas...

Pájaros de vidrio que cantan igual que las campanas...

Andrea Guadalupe.



                                              Andrea Guadalupe.

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Soy como quiero ser en mi Messenger

Un hombre no se da ni se comparte.

Tijuana BC Jun. /2010.              Un hombre no se da ni se comparte.

 

 

¿Quien puede decir ciertamente lo que es un hombre?

¿Qué siente, qué piensa, a qué le teme, por qué vibra, qué es lo que mas le interesa en la vida y en el mundo, hasta donde es capaz de amar sin pensar que está loco o que es ridículo?

 ¿Quien puede decir que realmente conoce a un hombre, quien puede decir que realmente lo comprende...?

 

A veces pareciera que sí, que es posible, que atravesando el complicado laberinto de su pensamiento una ha llegado al fondo, a ese lugar secreto, escondido, protegido por los cinco sentidos y lo ha encontrado... Sólo que un minuto después, él se rebela, borra todas las huellas, tuerce las agujas del reloj, cambia de voz, de piel, de convicciones.

 Cambia la intensidad de la mirada, se vuelve hosco, lejano, inalcanzable, o nos hace creer que cambia de voz, de piel, de convicciones y que se vuelve inalcanzable...

 Y otra vez estamos afuera, otra vez llamando a su puerta, otra vez estamos comenzando.

 Con un hombre nunca se está en camino, siempre se está empezando a caminar...

 No somos nosotras las que podemos apoyar la cabeza sobre su pecho seguro y descansar..., sino que son ellos los que terminan apoyando su cabeza en nuestro pecho y se quedan dormidos como niños.

 Un hombre...qué dilema.

 Amamos a un hombre y nos abrimos con una daga para darle el corazón desnudo en la palma de la mano, y él deja el corazón desnudo en la palma de nuestra mano, desnudo y tembloroso, porque tiene miedo de abrirse el pecho para cobijar ese corazón que se le está brindando.

 Y cuando escucha que su propio corazón late solo, dice que esta solo, " que esta solo como siempre", sin darle importancia al otro corazón que fue arrancado violentamente de su sitio y cada vez mas débilmente da la ofrenda su latido.

 Es que... tal vez, él no quería que le diéramos el corazón; tal vez él quería solamente una sonrisa y nosotras, exageradas como siempre, le dimos el corazón.

 Es muy posible que él buscara simplemente una oreja pequeña y bien formada para contarle sus penas, para darle algunas veces las palabras que exceden al recipiente... y nosotras, exageradas como siempre, le dimos nuestra vida.

 Es posible que él buscara la suavidad de nuestra piel para sembrar en ella unos luceros que súbitamente le crecieron en la sangre... y nosotras, exageradas como siempre, le dimos nuestra sangre.

 Quizá quería tener cerca nuestro silencio para poder pensar que estaba acompañado... y nosotras, exageradas como siempre, le dimos todos nuestros pensamientos.

 ¿Acaso no es cuando no damos nada, cuando más recibimos de un hombre?

 ¿Acaso no es cuando le damos solamente un poco de nuestra piel, cuando recibimos todo de él, su piel, sus nervios, sus músculos tirantes, su clamor y su hoguera?

 ¿Acaso no es cuando le damos solamente el silencio cuando recibimos su grito y su llamado, su pedido de rodillas, su lamento estremecido atravesando las montañas, los valles, los ríos del universo?

 ¿No es cuando lo dejamos en dudas, que nos ofrece todas las certezas, nos promete la luz, el agua, las estrellas?

 Y, cuando vamos por nuestro camino, sin detenernos, él estira sus manos y quiere llevarnos a su camino, dejarnos transitar por él, mostrarnos el puerto de donde todo parte.

 Y cuando no lo vemos, quiere que lo miremos.

 Y cuando no lo amamos, quiere amarnos y hace lo imposible para que dejemos caer sobre él una gota de amor pequeña y transparente como una lágrima.

 Y sus manos son nido cuando no somos pájaros.

 Y su ternura es vino cuando no somos cántaro.

 Y su pasión es llama cuando no somos leña.

 Y su cariño es un millón de luciérnagas cuando no somos noche.

 Y su presencia es sol cuando no somos cielo ni día, ni le pertenecemos.

 Un hombre es un hombre íntegro, entero, valeroso y generoso solamente cuando lo obligamos a luchar sin tener la certeza del triunfo.

 Cuando nuestro jardín esta sin siembra, él quiere recoger las rosas.

 Cuando el muro es resbaloso y alto, él quiere treparlo y llegar hasta el final para ver lo que hay del otro lado.

 Porque lo que verdaderamente quiere un hombre es conquistar la plaza que no se rinde nunca, es alcanzar la palabra que no fue pronunciada, es cortar las flores que no fueron sembradas, es devorar el pan que jamás fue amasado, es escuchar la música que no fue compuesta, ni tiene aun la melodía nacida.

 Lo que un hombre quiere es ser niño cuando lo necesitamos hombre del todo, completamente hombre.

Y ser hombre cuando inventamos para él un parque con una carriola y un montón de dormilonas. Y busca que riamos como un sonajero, cuando la tristeza amenaza el alma y una pequeña caricia de su mano serviría para disipar las sombras y las dudas.

Y quiere que volemos cuando él mismo ha cortado nuestras alas.

 Y quiere que tengamos los colores del arco iris cuando se ha encargado de borrarlos y dejarnos en blanco y negro, como una vieja fotografía de la melancolía.

 Y odia nuestra felicidad aunque sea él quien la haya provocado, porque la felicidad de los demás no lo hace feliz, como él divulga... Le provoca malestar, inseguridad, celos...

 Es por eso que no sé, verdaderamente, no sé de quien nos enamoramos las mujeres, si de un hombre o de la idealización del hombre que tenemos en nuestra mente.

Si de un hombre o de la imagen nuestra que vemos reflejada en el espejo de nuestro propio corazón.

Y creemos que le teme a la soledad... aunque él lo que ama en verdad es su soledad, y es eso lo que defiende como una brava fiera...

 Porque tal vez lo que un hombre verdaderamente teme, es perder su soledad...

Esa soledad que le hace sentir que nadie va a cambiarlo, que es él mismo...

Y que un hombre no se da ni se comparte.

Andrea Guadalupe.

 

 

 



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