sábado, febrero 20

Emito mis alaridos por los techos de este mundo

Tijuana BC Feb/2010.     Emito mis alaridos por los techos de este mundo

 

 

 

Me celebro y me canto a mí mismo.

Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, porque lo que yo tengo lo tienes tú y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago... e invito a vagar a mi alma.

Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra para ver cómo crece la hierba del estío.

Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí, de esta tierra y de estos vientos.

Me engendraron padres que nacieron aquí, de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí, de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

 

Así comienza Walt Whitman (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819 Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892).

Fue poeta, ensayista, periodista y humanista estadounidense.

Su trabajo se inscribe en la transición entre el Trascendentalismo y el Realismo, incorporando ambos movimientos a su obra.

 Canto a mí mismo, su poema máximo,  donde le canta al hombre, al placer, al sexo, a la vida, por eso al dolor, a la muerte, al drama de vivir, que es saber que se va a morir, y por lo mismo, se lucha como si fuera inmortal, y como si sus obras también lo fueran.

Somos una pequeña cucaracha parlante, que tiene noción del peligro, y picardía para huir, y esconderse en las oscuridades de la ignorancia, de la superstición, de la negación de la realidad, de la religión, del trabajo, del juego, del amor, del arte o de la ciencia.

Y fuerza para sobrevivir a los siglos, al dolor, a la lucha mortal, donde al final, perdemos siempre.

Jugamos a ser dios.

Lo de dios, es con minúscula, y que levante la mano, quien vio al verdadero.

Entonces quiero su relato detallado, de sus cabellos, del tono de su voz, de su estatura, del color de sus ojos y la fuerza de su mirada.

 Quiero conocer los callos y cicatrices de sus manos de carpintero, si es Jesús el Cristo, del tamaño de su vientre, si es Buda, que, aunque no es Dios, se lo trata como si lo fuera.

O de la Diosa madre, quiero saber como es su peinado, si lleva trenzas y si usa faldas.

Si él es Rá, no quiero verlo, porque el fulgor de sus rayos luminosos me cegaría.

Y de Alá, me gustaría ver una imagen, aunque sea un mínimo bosquejo, para tener una idea del largo de su barba, y del color de sus ropajes.

Somos un pequeño insecto que utiliza instrumentos como la escritura.

Y sí, somos parte de dios, porque cada parte de un átomo, es el átomo, y cada átomo, es el todo, que es eso que llaman algunos naturaleza, otros dios, con mil y un nombres distintos.

Si soy hija de dios, soy dios.

No soy culpable de mis actos, no los mal llamados buenos, no de los mal llamados inmorales.

El pecado no existe, es sólo un modo de ver las cosas, de determinado punto de vista, como por ejemplo, el guerrero que liberó a una nación del poder de otra nación, es un héroe para unos.

Y un rebelde, revolucionario, conspirador, alzado, terrorista, fanático, amotinador, subversivo o asesino para los otros.

Y de haber perdido la guerra, sería tan solo cualquier adjetivo insultante que quieras utilizar.

Y la llamada bondad, puede ser el resultado del terror al castigo, quizá divino, por no hacer lo que sabes que los códigos de tu cultura, imaginan negativo y perjudicial, apenas un pequeño acto de egoísmo, positivo y santo, si se quiere.

Comprensible siempre.

Sólo que muchas veces la piedad es apenas un acto de cobardía lógica, en busca de los paraísos para los "buenos", en quien es tan débil e ignorante, que no sabe de donde viene ni a donde va.

Y mucho menos que es, ya ni siquiera quien es.

Y menos cual es su destino, o cual es su misión en este pequeño largo y veloz sueño que llamamos existir.

Por eso la vida es un milagro.

Y no todos los milagros son felices.

También Pompeya y el Vesubio, juntos son un prodigio mágico, e Hiroshima es otra alucinación, ya vulgar porque se repitió y se puede volver a repetir en cualquier momento.

Somos magia, como lo son las bacterias, de las que evolucionamos.

Y ahora nos llenamos de orgullo por ser humanos y tener ¿alma?, siendo apenas un cultivo de bacterias mutantes en distintas especialidades.

Sólo que también tal vez el más inmenso milagro que existió.

La hormiga, el átomo y una galaxia también son prodigios, y no termino de asombrarme de todo.

Y termino con algo más de Walt:

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos" te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros: Los "poetas vivos".

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...

Andrea Gpe.



                                              Andrea Guadalupe.

                Tijuana BC. México. Tierra que abraza siempre al regreso, que cobija entre latidos  
                                            sumergidos en una busqueda natural.

                   Desde mi rincón existencial, donde el  sol nace al poniente.      

 
 




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